martes, 27 de agosto de 2013

Los grupos de autodefensa: La ausencia del Estado mexicano

Aunque de manera reciente han cobrado más notoriedad, los grupos denominados de autodefensa o policías ciudadanas, en México tienen una larga historia. Según datos periodísticos, en el país existe presencia de este tipo de grupos en más de diez estados, algunos más antiguos que otros, pero todos identificados.
Noé Alí Sánchez Navarro / @noesanz

No es una mentira decir que muchas regiones del país se encuentran presas del crimen organizado y la violencia, donde diferentes grupos armados controlan y causan miedo en barrios, comunidades, negocios y hasta en ciudades completas. Otra situación es que muchos de los territorios que padecen de este mal, se encuentran en total abandono por parte del estado: regiones que han sido dejadas a su suerte, en medio del camino, entre la vida y la muerte.
Ante este panorama que sigue azotando al país, algunas comunidades han decidido organizarse y tomar las armas para protegerse entre ellos mismos y en algunos casos hacer valer la justicia por su propia mano; lo anterior a consecuencia de los asesinatos, violaciones, secuestros y extorsiones de las que han sido víctimas y testigos.
Cansados de la inseguridad e impunidad, el hartazgo en el que muchos grupos se encuentran, ha provocado que hasta las mismas mujeres hayan decidido participar en los grupos de autodefensa o policías comunitarias.
Para inicio de este año ya se registraban algunos casos como estos, pero hace algunos días más de cien mujeres se uniformaron como policías ciudadanas, se armaron y se comprometieron a defender su comunidad en Xaltianguis en el estado de Guerrero.
Aunque seguramente no son las únicas mujeres que han tomado una decisión como ésta, el hecho demuestra que la solución al problema no se vislumbra cercana, al menos no para los habitantes de estas regiones que han decidido intensificar sus propios lineamientos de seguridad.
Está claro que esto no es un buen indicio porque representa la ausencia del Estado en una de sus principales tareas: proporcionar seguridad a los ciudadanos
Contrario a lo que muchos pudieran pensar, estos grupos no sólo se están formando en comunidades lejanas, indígenas o serranas, también se están desarrollando en zonas donde el gobierno ha implementado planes y estrategias para combatir la violencia, Chihuahua y Michoacán, son un ejemplo.
Dicho lo anterior, está claro que esto no es un buen indicio, simplemente porque representa la ausencia del Estado en una de sus principales tareas, proporcionar seguridad a los ciudadanos, misma que no se está cumpliendo, por lo menos no en todas las regiones del país. Tan sólo durante los primeros siete meses de haber iniciado la administración federal, el mismo gobierno ha reconocido que se han registrado más de seis mil homicidios.
Otro de los factores que se desprende de esta situación y que también debe preocuparnos es que, además de que el Estado tiene la obligación de proveer seguridad para sus ciudadanos, también debe velar por la paz y el orden. Es decir, está obligado a evitar que los individuos hagan justicia por su propia cuenta. La formación y consolidación de los grupos de autodefensa es reflejo de que el Estado está ausente en dos áreas prioritarias: Seguridad y Autoridad.
De manera reciente se ha hablado mucho de estos grupos, particularmente los medios de comunicación y algunos políticos; una buena parte de ellos realiza una crítica muy severa a la conformación de los mismos y a lo complaciente que ha sido el gobierno al no impedir que estos se organicen. Otros tantos, reconocen y justifican que los ciudadanos que viven en situaciones de seguridad precaria, deben defenderse y luchar por mantener la tranquilidad de sus comunidades.
Es un hecho que el gobierno, en sus tres niveles ha sido inoperante con el crimen y permisivo con los grupos, porque si los ciudadanos confiaran en la seguridad que se les brinda, no tendrían la necesidad de dormir con un arma bajo la cama, viviendo con la preocupación de que su vida y la de los suyos está en constante peligro. Aquí el punto es que para algunos, esa confianza ya se agotó.
Más allá de hacer un cuestionamiento a las posturas que critican o justifican la formación de los grupos de autodefensa en México, en lo personal me queda claro que la formación de éstos tienen una estrecha relación con la poca capacidad del Estado para proporcionar seguridad.
Pero también creo que es momento de que nos preocupemos y pongamos atención en el futuro, porque hay muchas preguntas que están sueltas y tendríamos que plantearnos, por ejemplo: ¿Quién está proporcionando las armas a estos grupos? ¿Es posible pensar en la complicidad de las autoridades o del crimen organizado en la formación de los mismos?
El tema no es nada sencillo, porque si el incremento de inseguridad va a provocar la formación de más grupos de este tipo, será una muestra clara y contundente de la debilidad del Estado, y eso sería aún más grave.


Sólo así creo que estaremos en condiciones de que los grupos de autodefensa no sigan caminando al margen, ni de la ley, ni de sus derechos.El gobierno debe entender que no sólo se trata de desarmar a los grupos de autodefensa y llenar las ciudades, pueblos y comunidades de soldados y policías. La situación tiene más fondo. Se trata de regresarle las garantías de seguridad y justicia a esas comunidades, se trata de regresarles la confianza.

Lo que están haciendo viene de la falta de un derecho primario y fundamental, y aunque la esencia de su lucha es totalmente entendible, porque quién no defendería a los suyos aunque su vida esté en peligro. Continuar así puede costarnos más muertes, más violencia e incluso, ser testigos de la ley del más fuerte.

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