viernes, 19 de julio de 2013

Ciudad Juárez: Luchamos, intentamos y resistimo

Con su propuesta, Batallones Femeninos lanza un grito en contra de la muerte de mujeres en México.
 Noé Alí Sánchez Navarro / @noesanz

Es innegable que la violencia va dejando a su paso heridas profundas y dolorosas, que los estragos son cuantiosos y muchas veces inexplicables.
El presente siglo se encuentra marcado por altos índices de violencia, y en su incremento, las nuevas generaciones aprenden de las anteriores. Las víctimas pueden convertirse en futuros agresores. Sumado a ello, en la mayoría de los casos no existen las condiciones sociales para solucionar el problema.
En los últimos años, la violencia instaló su guarida en algunas regiones de México. En el sexenio de Felipe Calderón (2006 - 2012), la llamada guerra contra el narcotráfico dejó más de 80.000 muertos. Una guerra que ningún mexicano pidió pero que todos tuvimos que padecer, sufrir, llorar y resistir.
La situación de inseguridad pública y violencia es un problema que sigue afrontando todo el país. A pesar de la insistencia del Estado y de algunos medios de comunicación que afirman que la violencia ha disminuido considerablemente, la realidad es que las cosas no han cambiado mucho.
Ejecuciones, asesinatos, violaciones, asaltos, “carjacking”, “housejacking”, y otro tipo de actividades de este tipo se han hecho presentes en la realidad de esta ciudad.
Una de las ciudades más afectadas ha sido Ciudad Juárez, Chihuahua, donde la violencia se incrementó de manera alarmante y de forma prolongada. Aunque la ciudad ha sufrido desde hace mucho tiempo, a partir de 2008 experimentó otro tipo de violencia cruel e impactante.
De manera reciente, los hechos violentos se convirtieron en un lugar común para la ciudadanía: ejecuciones, asesinatos, violaciones, asaltos, “carjacking”, “housejacking”, y otro tipo de actividades de este tipo se han hecho presentes en la realidad de esta ciudad.
Aunado a lo anterior, la ciudad ya había sido sacudida por la ola de violencia y asesinatos contra mujeres. Desde 1993 a la fecha, se han presentado casos de mujeres desaparecidas, asesinadas, violadas y mutiladas, y aunque el número de víctimas ha disminuido, no significa que ya no se presenten.
Ante esta situación, la violencia se ha convertido en algo cotidiano que nos pertenece y forma parte de nuestra vida. La contemplamos en los demás pero también los otros la ven en nosotros. Uno de los daños más lamentables ha sido precisamente llenarnos de miedo, temer del que está enseguida.
Alguna vez leí una frase de la poeta española Dulce Chacón, decía: “Acostumbrarse es otra forma de morir”. Aunque ciertamente el clima de inseguridad y violencia no ha cedido del todo y que muchas heridas siguen abiertas, esta crisis también ha impulsado a las personas a no resignarse ni acostumbrarse a la violencia. Desde sus espacios y trincheras han resistido, le han dado batalla a la violencia, pero no con balas, lo han hecho a través de dar lo mejor de sí por su ciudad.
Uno de estos casos de resistencia y lucha en México es Batallones Femeninos, un grupo de Hip Hop de mujeres jóvenes, artistas, estudiantes, madres de familias y empleadas de maquiladora.
Son originarias de Ciudad Juárez, Chihuahua. Con su música han logrado encontrarse y fusionar sus ideas con otras mujeres artistas, para poder darle voz al dolor de tantas mujeres víctimas de la violencia. 
Batallones Femeninos surgió como resultado de una campaña que convocó a mujeres interesadas en el arte urbano.

Desde el primer paso, el movimiento denotó convicción por hacer algo distinto. A la primera reunión asistieron 25 mujeres, estudiantes, académicas, artistas, activistas y amas de casa, unidas por un sueño: realizar un colectivo femenino y poder mostrar sus propuestas a través del arte, siempre conscientes de que lo harían en una ciudad donde matan mujeres y no hay culpables.
Así nació Batallones, teniendo claro que las mujeres también pueden alzar la voz, exigiendo un alto a la violencia sin temer a la represión. En cuatro años han logrado a través de la música, la cultura y el arte, denunciar lo que están viviendo diariamente, pero también han asumido la responsabilidad de dar a conocer las cosas positivas que emergen a pesar de la tragedia.
En una ciudad que ha castigado tanto a sus mujeres, era un hecho que el colectivo tendría una tarea difícil, romper el paradigma de que las mujeres sólo deben dedicarse al hogar. Se han enfrentado a muchos cuestionamientos por su quehacer artístico, porque al hacerlo ha salido lo mejor de ellas y por desgracia, eso tampoco es bien visto. A pesar de estos obstáculos, han logrado construir un puente que expresa lo que sienten y sueñan, lo que les gusta y también lo que no.
A Susana Molina, Zayra Ordaz y Lorena Castillo también les gustan el amor y las flores. Creen en un mundo en armonía, pero saben que la realidad es dolorosa y que hay muchas mujeres a las que no se les ha hecho justicia. Saben que deben hablar de eso y luchar para resolverlo.
Batallones ha puesto el dedo en la llaga, ahí donde la herida sigue abierta, porque con su propuesta han lanzado un grito en contra de tantas muertes: “Queremos que esto pare, no queremos que deje de ser constante, sino que deje de existir”. Las historias que inspiran las letras de sus canciones, provienen de lo que está pasando en las calles, es darle un lugar a la memoria de tantas mujeres asesinadas.
A parte de hacer música, también han destinado parte de su tiempo a acompañar a padres y madres de mujeres desaparecidas y asesinadas porque ven las pesquisas y piensan en las mujeres de su familia.
Denuncian la indiferencia y prepotencia de las autoridades, les preocupa pensar que si a las personas que han perdido todo las ignoran, qué pueden esperar ellas: “Nos molesta la indiferencia del Estado, y lo que queremos y podemos hacer es seguir hablando de eso, decir que no se ha resuelto”.
Ante tanta crueldad, las jóvenes del colectivo lanzan un llamado a la ciudadanía a no ser indiferentes a la situación, porque no se trata de que los muertos hayan disminuido, se trata de que sigue sucediendo: “La ciudadanía dice que Juárez ha cambiado, pero las chicas no han regresado a su casa”.
Batallones Femeninos cree que el arte puede ser un buen camino para resolver la situación de violencia. Para ellas, el arte es mantenerse vivas, es levantar las caras tristes que van por las calles, con su música y sus murales. Lo que les motiva es transformar su realidad.
México tiene una cuenta pendiente y muy grande con sus mujeres, con las del pasado, las del presente y las del mañana; porque en la pérdida no hay borrón y cuenta nueva.
Quizá la historia no mencione a Batallones Femeninos, pero ellas habrán dejado una canción, un mensaje para el futuro: “No podrán decir que en Juárez mataban a las mujeres porque se dejaban, tendrán que decir que luchamos, intentamos y resistimos”.
No me cansaré de decirlo, México tiene una cuenta pendiente y muy grande con sus mujeres, con las del pasado, las del presente y las del mañana; porque en la pérdida no hay borrón y cuenta nueva.
Batallones Femeninos nos empuja a pensar y reflexionar que la justicia es vital, necesaria y para todos; porque sólo si la justicia llega para todas las víctimas, podremos estar seguros que dejaremos condiciones para que las futuras generaciones puedan vivir de manera digna, libre y justa.
Lo reitero: “Acostumbrarse es otra forma de morir”.

jueves, 18 de julio de 2013

Volverán las oscuras golondrinas...







Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.

Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
nadie así te amará.


--Gustavo Adolfo Bécquer

México: ¡Queremos vivir, por eso estamos aquí!

Es indudable que la relación existente entre los jóvenes mexicanos y la música es sumamente estrecha, una correspondencia histórica. La música inspira, expresa y proyecta muchas veces nuestros modos de sentir, vivir y sufrir.

Noé Alí Sánchez Navarro / @noesanz

En los últimos años, los jóvenes de México han encontrado formas distintas a las tradicionales, para hacerse presentes en la vida política del país. Ante el hartazgo en el que se encuentra gran parte de la sociedad, por motivos económicos, políticos y sociales, los jóvenes han construido nuevos medios, formas y herramientas para manifestar sus necesidades e ideales. Una de ellas es la música. 

Siempre he considerado a la música como un espacio dinámico e interactivo. Se puede estar solo o acompañado, pero ese lugar es nuestro. Además, la música tiene la característica de describir la realidad misma que a veces no nos gusta escuchar.

En muchas ocasiones he escuchado que ciertos géneros musicales son incitadores de violencia por sus letras, composición y sonido. También he escuchado a otros que dicen que la música no les gusta por la forma de vestir o de la apariencia de quien la interpreta.

Pero, ¿qué sucede cuando la música es un espacio para denunciar, protestar y expresar tanta violencia? ¿Por qué nos cegamos y escondemos detrás de letras románticas habiendo tanto dolor?

Si efectivamente la música es un puente cultural para los individuos, uno de los elementos principales para la proyección de las costumbres y tradiciones de los pueblos, ¿por qué deberíamos excluir aquellas composiciones que denuncian lo que no está bien, lo que está haciendo daño, lo que está matando? También proyectan nuestra realidad.

En los últimos años México no lo ha pasado nada bien, diversos factores han puesto en evidencia el deterioro del tejido social (odio usar esta frase, pero es la menos apática), la violencia en sus diferentes formas ha dejado una herida profunda en la sociedad. Y es una herida a la que no le basta un analgésico para remediar. La violencia no sólo se ha llevado consigo a muchas víctimas, sino que ha dejado mucho dolor y desesperanza. 

¿Qué relación tiene la música con la violencia? 
Recientemente y en diversos espacios, la música está jugando un papel determinante como cómplice. No basta el romanticismo cuando hay tanto dolor e injusticia.  La música se ha convertido en ese canal de expresión para muchos jóvenes que han perdido todo o lo poco que tenían, como usted quiera verlo.

¿No es motivo para alarmarse e indignarse? ¿No nos duelen tantos muertos, tantos sueños interrumpidos?Es un dolor indescriptible y solitario que a veces parece ser sujeto de tanta indiferencia social: nos ha llegado como un huracán que arrasa con todo lo que se encuentra, por ejemplo, más de 35 mil jóvenes asesinados del 2000 a la fecha.

Los últimos movimientos sociales, no sólo en México sino en todo el mundo, están siendo encabezados por jóvenes que reclaman a gritos un cambio estructural y no temporal. Las oportunidades que exigen siguen siendo básicas: educación para todos, creación de empleos dignos y bien remunerados, espacios culturales, deportivos y artísticos.

Asimismo, han puesto énfasis en situaciones que afectan a todos los ciudadanos y no sólo a unos cuantos, como la justicia, la reducción de la pobreza y el medio ambiente, por mencionar algunos.
En este contexto es donde el arte se ha convertido en un estandarte de las expresiones juveniles. Aunque la falta de espacios es un tema pendiente e igual de alarmante, quiero hacer mención a lo de que el arte, puede llegar a transformar y remediar.

Jacob Cárdenas es un joven originario de Ciudad Juárez, Chihuahua, una de las ciudades más violentas de México en los últimos años. Nació y creció en una de las colonias más emblemáticas y conflictivas de la ciudad: “La Chaveña”. Diversas circunstancias lo llevaron a consumir drogas y en algunas ocasiones a delinquir. Jacob llegó al punto de tocar fondo y estar a un paso de perder a su familia.

El 2009 fue uno de los años más violentos en el país y precisamente en ese año, Jacob recibió uno de los golpes más fuertes de su vida, el asesinato de su hermano Otoniel Cárdenas. Ante este oscuro panorama que se le presentaba, Jacob tomo una decisión que le cambio la vida: optó por el Hip Hop como medio de expresión y transformación.

Verkors, un retrato de la ciudad
Bajo el nombre artístico de “Vekors”, Jacob ha grabado dos discos en los que a través de la música y las letras habla de lo que sucede en la calle.

Mientras muchos medios de comunicación parecen empeñados en decir que no pasa nada, en disfrazar la violencia, o decir que ha disminuido, la propuesta musical de este artista juarense proyecta la cotidianidad de las calles. Ahí donde hay muchos jóvenes sumidos en las drogas y el abandono, ahí donde el siguiente paso es la muerte.“Vekors” denuncia lo que él observa y vive, su principal referencia son sus compañeros del barrio, es la calle. Su primer disco es la historia de una persona que va a ser asesinada y el contexto, los sentimiento y los ruidos. El segundo, presenta lo que sucede en los barrios y en las pandillas, una dinámica social vigente e incomprendida.

A “Vekors” la música lo cambió, le ha permitido desenvolverse y socializar, tener una visión más objetiva de lo que está pasando. La música le ha ayudado a expresarse, cuestionarse y tener un pensamiento más independiente. A los que le escuchan, les ha permitido reflexionar, sentir, pensar y resistir.

Me atrevo a contar la historia de Jacob porque son vidas que deben ser contadas, porque es uno de los muchos ejemplos de fortaleza y resistencia ante la violencia. Sentimiento que no puede, ni debe, arrinconarnos.

Ojalá que en ningún lugar del país se reprimiera a los jóvenes por hacer de la música su bandera; ojalá existieran muchos espacios para promover la cultura, la música y el arte; ojalá que México le brinde la oportunidad a otras expresiones, aunque éstas nos digan que las cosas no están bien.

Podrá no gustarle a todos, pero quizá detrás de ellas, hay una persona gritando: ¡Quiero vivir!

Foto: Jacob L. Cárdenas.