miércoles, 4 de septiembre de 2013

Informe presidencial: México sigue en campaña

Se han cumplido los primeros nueve meses de la administración de Enrique Peña Nieto (EPN) como presidente de México, y el panorama no es nada alentador para el país, o al menos, el cambio prometido no se ve reflejado en mejores condiciones de vida para la ciudadanía común.
Por Noé Alí Sánchez Navarro / @noesanz
El crimen organizado sigue gozando de total libertad, la violencia se incrementa, no hay suficientes empleos, el precio de servicios como la gasolina está por los cielos y las reformas estructurales han generado más rechazo que aceptación.
En el mensaje que el presidente emitió, con motivo de su primer informe de gobierno, hizo hincapié, entre otras cosas, en que México tiene una democracia madura que debería permitirnos alcanzar acuerdos.
La duda es si a esta democracia madura ya no le cabe la posibilidad de que el informe presidencial se presente por el mismo presidente ante el Congreso, y no sólo ante invitados especiales. El día del presidente en México es cosa del pasado.
El informe de gobierno ha perdido todo valor, a la sociedad le importa poco y el gobierno hace lo que quiere con él, desde el formato hasta el fondo. Ya desde hace tiempo, especialmente en el gobierno de Felipe Calderón, el mensaje presidencial sufrió de modificaciones prácticamente cada año, y esta vez no fue la excepción. Aunque ciertamente el Presidente cumplió constitucionalmente, al entregar su informe por escrito, EPN no quiso exponerse ni arriesgarse, y prefirió hacerlo desde su trinchera.
El informe de gobierno ha perdido todo valor, a la sociedad le importa poco y el gobierno hace lo que quiere con él, desde el formato hasta el fondo.
La desorganización fue muestra clara de la poca seriedad del mensaje, la sede cambió de lugar dos veces; en el Congreso de la Unión no se pudo y no se quiso realizar por las protestas que mantienen los maestros integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que una semana antes habían tomado las instalaciones; luego se pensó en Campo Marte, idea que se desechó por el valor simbólico que tendría hacerlo en una instalación militar. Finalmente se optó por hacerlo dentro de una enorme carpa en la Residencia Oficial de Los Pinos, es decir, en casa.
EPN llega a su primer año de trabajo en un ambiente de mucho descontento social, así se pudo ver en la semana previa al informe, las protestas de los maestros son muestra clara de la inconformidad que en muchos sectores del país existe. La realidad es que hay demasiadas expectativas y muy pocos resultados.
Sin duda, el estandarte de la administración de Peña han sido las reformas constitucionales planteadas como resultado del llamado Pacto por México.
Tan sólo en nueve meses se aprobaron dos de ellas, telecomunicaciones y educación, y aunque ninguna de las dos tiene el sí definitivo, ya están sobre la mesa, a pesar de que una de ellas ha despertado una de las movilizaciones más numerosas en el país.
En este sentido reformista del primer año de gobierno, lo que parecía una virtud se convirtió en un enemigo, me refiero a que, a pesar de la formación del pacto por México que unía en una misma dirección a las principales fuerzas políticas del país, la ejecución de los planes trazados no se ha materializado o simplemente han sido insuficientes.
Es precisamente en este panorama en el que se puede vislumbrar que lo que viene es aún más complicado; las siguientes dos reformas que se han trazado son la hacendaria y la energética, ésta última con más oposición que la educativa. Lo anterior es resultado de que al Pacto por México se le olvidó tomar en cuenta a los mexicanos, habrá consenso en lo político pero no con la sociedad.
En su mensaje, EPN no dijo algunas cosas que quizá para sus invitados especiales no sean evidentes o motivo de cuestionamientos, pero que muchos mexicanos padecen, ven y sienten. Hay dos problemas que se ocultan y son graves: la economía y la inseguridad.
El Presidente decidió no hablar de la desaceleración económica que los ciudadanos ven reflejada en su calidad de vida. También omitió decir que durante su mandato han muerto más de 13 mil personas.
El Presidente decidió no hablar de la agónica desaceleración económica que vive el país y que muchos ciudadanos ven reflejada en su calidad de vida. También omitió decir que durante su mandato han muerto más de 13 mil personas, muestra de que el plan para terminar con la inseguridad y violencia no están funcionando, a esto último tendríamos que agregar las desapariciones forzadas, las extorsiones y la formación y consolidación de los grupos de autodefensa.
Al México del 2013 le duelen muchas cosas, seguimos cargando con males patológicos que parecen ser interminables, ante un panorama tan triste y sombrío, EPN decidió salirse por la tangente, invitar a unos cuantos que curiosamente representan a pocos, y repetir hasta el cansancio (lo invito a leer el mensaje) las palabras “cambio” y “transformación”, como si las palabras tomaran acción por si solas.
En México no se sabe a dónde vamos, las propuestas de cambio han terminado por polarizar a gran parte del país, entre los que apoyan a los maestros y los que rechazan su postura; entre los que aprueban la reforma energética y los que defienden el petróleo y entre los que dicen que hay menos violencia y los que simple y sencillamente decidieron tomar las armas para defenderse. El pacto que unió a la clase política tiene dividido al país.
Lo que hizo EPN en su menaje fue postergar sus promesas, ganar tiempo asegurando un futuro en donde todos cabemos, porque en sí, no informó sobre logros.
Después de casi un año de gobierno, lo que Enrique Peña Nieto sigue haciendo son promesas, como cuando estaba en campaña.Lo que hizo fue centrarse en los cambios que promete si se apoyan las reformas, es decir, habrá cambio pero con la condición de apoyo y obediencia.

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