viernes, 26 de abril de 2013

Los jóvenes de México son dueños de una desilusión heredada.




Noé Alí Sánchez Navarro.
@noesanz


México es un país de jóvenes, así lo demuestran los últimos estudios realizados, tiene 36.2 millones de jóvenes, lo que equivale al 32% de la población total del país. De ese total, el 50.8% son mujeres y el 49.2% son hombres. En México la categoría de jóvenes incluye personas de los 12 a los 29 años de edad.
Pero, ¿México será un país para los jóvenes? de manera reciente se han presentado algunos estudios que nos obligan a reflexionar sobre la condición en que viven los jóvenes en nuestro país, los menciono precisamente con la intención de repensar a la juventud más allá de que los datos por sí solos representan un panorama alarmante y al cual deberíamos prestar atención.
Un estudio realizado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) menciona que el 54% de los niños y jóvenes de México viven en pobreza; el estudio señala que  21.4 millones de habitantes entre los cero y los 17 años sufren de carencias considerables en educación, alimentación, vivienda y salud.
También, El Banco Mundial presentó el informe: “La violencia juvenil en México” que destaca la situación sobre la violencia juvenil en nuestro país. Dicho informe menciona que las y los jóvenes representan el 38% de las victimas de los homicidios cometidos en México durante los últimos 10 años y que más de la mitad de los delitos ocurridos en el año 2010 fueron realizados por jóvenes entre 18 y 24 años. Es decir, los jóvenes se manifiestan como víctimas pero también como victimarios.   
Ante esta realidad que deja entre ver un futuro incierto y sombrío para las y los jóvenes, hace algunos días y en medio del período vacacional, cuando la opinión pública se encuentra relajada y a la par de la cobertura noticiosa de manifestaciones y protestas en contra de la reforma educativa, se dio a conocer que el Instituto Mexicano de la Juventud (IMJUVE) pasaba a formar parte de la Secretaría de Desarrollo Social.
El IMJUVE fue fundado el 6 de enero de 1999, siendo presidente de la república Ernesto Zedillo, y aunque sus objetivos y funciones fueron cambiando, e incluso debo decir que diluyéndose, el eje rector en sus inicios consistió en profesionalizar los estudios y promover la investigación sobre juventud, además de fortalecer las relaciones de asociaciones, movimientos y grupos interesados en las juventudes con el gobierno.
El riesgo de agrupar, homologar, fusionar, unir o como usted quiera llamarle al desvanecimiento agónico de una Institución, que teniendo todas las condiciones y demandas para realizar un trabajo especializado en temas juveniles y que para el país es urgente, desaparezca, es dejar sin una instancia oficial que represente a las juventudes desde sus realidades e intereses; más allá de hacer una evaluación y análisis del desempeño del IMJUVE aquí el tema es el desinterés que una acción como ésta refleja.
Lo que cambia es que el IMJUVE dejará de ser un organismo público descentralizado, es decir, pierde autonomía, patrimonio y personalidad jurídica. La sola presencia de este Instituto permitía reconocer el valor y la importancia que tienen los jóvenes. Ahora estará “fusionado” a una de las secretarías más saturadas, puesto que desde allí se plantean temas que la actual administración ha marcado como prioritarios, por ejemplo la cruzada nacional contra el hambre, lo que quiere decir que el tema de las juventudes puede pasar a ser un tema secundario.
Con esta acción el gobierno de Enrique Peña Nieto (EPN) refleja la poca intención que tiene por acercarse a los jóvenes, a sus problemas, necesidades y actividades; simplemente porque con este cambio se burocratiza al instituto y ¿sabe lo que esto representa para los jóvenes? representa trabas, ambigüedad y lejanía.
Apenas en la campaña electoral del 2012 EPN se enfrentó al movimiento #YoSoy132, grupo de jóvenes con bases universitarias que demandaban entre otras cosas la construcción de una democracia auténtica, dicho movimiento permitió darle voz a muchos otros jóvenes, dejando clara su apatía por el entonces candidato; por ello me sorprende que en lugar de acercarse a través del Instituto que tenía las bases para crecer y consolidarse, decida “agruparlo” y con ello alejarse todavía más.
La situación de los jóvenes en México es alarmante, puesto que incluso el presente es incierto. La situación de violencia de los últimos años, aunado a las pocas oportunidades y la indiferencia del gobierno, ha puesto a los jóvenes en una gran encrucijada. Los jóvenes se han convertido en “carne de cañón” para el narcotráfico, uno de cada cuatro mexicanos ejecutados durante la "guerra contra el narco" emprendida por Felipe Calderón, es joven.

De igual manera los jóvenes siguen padeciendo de males generacionales, son dueños de una desilusión heredada, siguen sufriendo de pobreza, desempleo, falta de oportunidades educativas, violencia, falta de servicios de salud y discriminación, jóvenes que viven el exilio en su propio país.

Por esto es que me duele la desaparición del IMJUVE, porque representaba una gran oportunidad para dar respuestas a tantas preguntas, sé que no todo queda en manos del estado y que hay movimientos que ante esta crisis  tomarán fuerza a favor de los y las jóvenes. Porque de una cosa si estoy seguro, los jóvenes no están reclamando atención y tutelaje, reclaman espacios, igualdad y derechos.

http://mexico.cnn.com/nacional/2010/02/15/7-asesinatos-mas-en-ciudad-juarez-tras-la-partida-del-presidente

jueves, 11 de abril de 2013

En México todo sigue igual.


Recientemente se cumplieron los primeros cien días de gobierno de Enrique Peña Nieto (EPN), dicha administración ha iniciado su gestión con cambios de urgencia histórica para el país en el área de educación y de las telecomunicaciones.

Pero sin duda hay un factor que sigue presente en la cotidianidad de los individuos comunes, aquellos que no entienden las decisiones que se están tomando en temas políticos, y no es por falta de conocimiento o interés, es porque el tema realmente urgente para el país se llama seguridad pública, y ese parece seguir siendo el gran ausente en la política de la nueva administración federal.


Si usted cree que los índices de homicidios en nuestro país han disminuido, déjeme decirle y con mucha tristeza que está en un error, no quiero parecer pesimista y negativo pero la realidad reclama seguir al pendiente de la situación, porque estamos hablando de seres humanos que se ven afectados por esto, no solo se trata de las víctimas y victimarios, también la violencia es un tema que impacta a los que están alrededor, todos la padecemos y a todos nos afecta.  

Tan solo en los primeros cien días del gobierno de EPN más de 3,000 personas han sido asesinadas violentamente, treinta personas diarias aproximadamente. Aquí hay un tema al cual debemos prestar mucha atención, es bueno realizar reformas para el desarrollo del país, pactos y estrategias que lo conduzcan a ser más próspero y estable, lo que no podemos permitirnos es construir el futuro de la nación sobre cadáveres.

La situación en algunas ciudades y estados no ha cambiado del todo, incluso se siguen presentando hechos inéditos, por ejemplo, mientras en las altas esferas de la política nacional se discute la reforma educativa, en la ciudad de Monclova en Coahuila, hace algunas semanas se tuvieron que suspender clases en algunas escuelas, ¿la razón? bloqueos de calles y tiroteos como consecuencia de los enfrentamientos entre el crimen organizado y los cuerpos policíacos de la región. 

Es impactante y a la vez indignante que niños y jóvenes además de aprender lo que sus maestros les enseñan en las aulas tengan que estar preparados para una situación de violencia cerca de su centro escolar, estar listos para protegerse e ir pecho tierra. 

Quizás sea por la saturación de hechos violentos que padecemos en el país desde hace años que hemos empezado a acostumbrarnos a ver y vivir la violencia, sobre todo aquella relacionada con el narcotráfico; durante la campaña electoral del 2012 la reducción de la violencia se abordó como  un tema prioritario para el país, y más allá de la cuestionada elección de EPN creo que este es el problema al que todos los mexicanos exigimos solución.

Durante el sexenio pasado se planteó la confrontación directa contra el crimen organizado, dando como resultado más de 70.000 muertos y heridas muy profundas para la sociedad. Aunque existió una gran inversión de recursos, tanto económicos como humanos, quedó claro que el problema necesita soluciones estructurales y preventivas, y no balazos y muertes para legitimar una lucha.

Ciertamente las redes del narcotráfico han crecido de manera considerable en los últimos años en México y de eso no solo es culpable el gobierno de Felipe Calderón; el narco se ha infiltrado en la cotidianidad de los individuos y de las instituciones, decir que no es el principal generador de violencia sería mentir, sus acciones han generado miedo, terror, desconfianza y por extraño que parezca creo que de alguna manera han generado cierta banalización de la violencia en los individuos.

El grave problema que yo veo hasta este inicio de administración es que en el tema seguridad pública la situación sigue igual, soy consciente de que el problema no se puede resolver con una varita mágica, que se necesita intensificar las campañas de prevención, fortalecer las instituciones contra la infiltración del narco y sumar la inteligencia a la estrategia, pero una política pública firme y clara no la hay y eso es preocupante.

La postura de Felipe Calderón fue la confrontación y la negociación, hasta ahora me parece que la de EPN y la de los gobernadores de algunos estados es la omisión ante la promesa de devolver la paz; en México sigue existiendo violencia, asesinatos, extorsiones, secuestros, “levantotes” y  cuerpos tirados en la vía pública. Ante esta realidad es imposible dejar pasar desapercibida los hechos que de manera reciente se han presentado en estados como Coahuila, Chihuahua, Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Tamaulipas.  

Finalmente, considero que el grave riesgo que corre el país ante esta postura de omisión, además de la ausencia de una política pública clara recae en dos aspectos. El primero, el olvido de las víctimas de la violencia, es decir, hacer borrón y cuenta nueva y desaparecer los reclamos de los afectados en años pasados; y segundo, eliminar del discurso político a la violencia, hacer como que no pasa nada y buscar complicidad con los medios de comunicación para sacar la violencia de la agenda pública, disimular la violencia haciendo creer que nos llegó la paz; reitero que no se puede construir ni “mover a México” encima de tantos muertos