martes, 31 de diciembre de 2013

Citas: Adiós 2013


”Me he convencido de que aun cuando todo esta o parece perdido, es preciso reanudar tranquilamente el trabajo comenzado desde el principio. Me he convencido de que es preciso contar siempre con uno mismo y las propias fuerzas. Que es necesario ponerse hacer solo lo que se sabe y se puede hacer y seguir el propio camino” 

- Antonio Gramsci.


viernes, 6 de diciembre de 2013

La violencia escolar: Espejo de la descomposición

En México, durante los últimos años, la violencia escolar se ha incrementado alarmantemente, uno de los principales motivos es que la agresión, en cualquiera de sus formas, se ha naturalizado y legitimado en la sociedad, hogares y medios masivos de comunicación.
Por Noé Alí Sánchez Navarro / Janette Rodríguez Silva
Aunque es un hecho que la violencia escolar o “bullying” ha existido desde hace mucho tiempo, de manera reciente se ha hecho más visible, dañina y cruel. Además, ahora cuenta con otro factor que la hace más impactante: la violencia social.
Precisamente, y a consecuencia de la inseguridad que se vive en las calles, se han implementado programas para evitar que los abusos traspasen los muros de los centros educativos, desde la instalación de videocámaras en el interior de las escuelas hasta la intensificación de programas de autoestima. Pero, ¿qué sucede cuando la violencia ya está adentro?
Según la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), se calcula que en México,  cuatro de cada diez alumnos han sido víctimas de acoso o agresión por parte de algún compañero. Mientras, para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), nuestro país tiene el deshonroso primer lugar en casos de “bullying” en nivel secundaria. 
Recientemente, se han presentado casos que dan cuenta de la crueldad y el tamaño del problema que tenemos frente a nosotros, ése que muchos insisten en minimizar y reducir al decir que es algo normal, que todos los niños deben pasar por eso porque forja el carácter y así se aprende a relacionarse con los demás.
Un suceso reciente es el de Angelina, una joven de 16 años de edad y de origen Mixteco, quien ha sido víctima de la violencia a manos de sus compañeros de la Escuela Secundaria Técnica Número 42, en Tepito, desde hace dos años y medio.
En un video grabado por los mismos atacantes, se muestra cómo golpean a la joven en el suelo, rematando la violencia con una patada en la cara. Angelina, con cicatrices en su rostro, declaró que en otras ocasiones ha sido encerrada en los baños y orinada por sus compañeros, también relata que sus maestros y personal de la Secundaria han sido testigos de los actos en su contra pero la han ignorado, al igual que las autoridades, a donde la adolescente acudió en compañía de su madre, que no habla español, y al tratar de denunciar las agresiones, nada ocurrió.
Otro desafortunado ejemplo es el de una niña de tan sólo seis años que fue violada en el baño del colegio particular “Las Torres” en Culiacán, Sinaloa, por un menor, mientras dos la sujetaban y otro más vigilaba la puerta. Los cuatro agresores, ya reconocidos por la víctima, son miembros de la institución educativa y tienen entre 10 y 11 años de edad, razón por la que el Presidente de la CEDH, Juan José Ríos Estavillo declaró que “no son sujetos a sanciones penales”.
Los varones no quedan excluidos de la violencia dentro de las escuelas. Ese es el caso de un niño de seis años de edad, miembro de la escuela primaria Miguel Hidalgo en Guadalajara, Jalisco, que fue obligado por tres compañeros de su hermana, de cuarto grado, a entrar a los baños de la institución. Estando dentro, uno de ellos le bajó los pantalones y la ropa interior, sujetó su prepucio y lo cortó con unas tijeras frente a la mirada de sus cómplices de 8 y 9 años.
Finalmente, y para darnos una idea del grado de violencia que han alcanzado a tocar aquellos que serán el “futuro del país”, está el caso de Antonio de Jesús López Monje, un niño de doce años de edad que debido a los golpes que le propinaron cinco alumnos de la misma escuela en que estudiaba, la Secundaria Galileo Galilei en Amozoc, Puebla, hace poco más de un mes, cayó en estado de coma luego de un derrame cerebral.
Los médicos tomaron la decisión de retirar una parte del cráneo a causa de la gran inflamación del cerebro de Antonio, quien hoy, no es capaz de reconocer ni a su propia familia, además de tener la mitad de su cuerpo paralizado y estar a la espera de una nueva intervención para determinar si recuperará la movilidad o tendrá secuelas de por vida.
Se escucha con frecuencia un serio enjuiciamiento hacia los maestros y directivos de las escuelas. De hecho, en algunos casos han sido apartados de sus cargos por este tipo de incidentes, pero el problema tiene más fondo: no toda la responsabilidad está en el aparato escolar.Es vital que como sociedad asumamos que las agresiones que estamos viendo en las escuelas, son reflejo de lo que está sucediendo en las calles, en la casa y en los medios de comunicación. No le podemos exigir a un niño que no actúe o reaccione de forma violenta, cuando todo lo que tiene a su alrededor está lleno de ella.
Hoy, los niños utilizan palabras y realizan acciones que escuchan y ven en torno a la violencia, y no hablo sólo de películas o caricaturas, sino también de los programas de televisión familiares y noticieros. Por eso, es común que desde temprana edad estén jugando a cosas relacionadas con delitos; asignándose roles como el de secuestrador, extorsionador y sicario.
Como sociedad hemos aceptado la violencia como método para la resolución de problemas, y después queremos que las próximas generaciones la rechacen y condenen…es el doble discurso que nos pone el pie sobre el cuello.
El problema es mayúsculo, así es que, si en el futuro queremos tener ciudadanos de bien, empecemos por ser congruentes y aceptando nuestra corresponsabilidad.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Primer año de gobierno: El engaño de la transformación

A pesar de las altas expectativas que generó el regreso del PRI al poder, en este primer año de gobierno el presidente Peña Nieto no ha podido dar solución a problemas que impactan directamente a la sociedad, no hay progreso económico, ni seguridad.
Noé Alí Sánchez Navarro / @noesanz
Peña Nieto empezó con dando golpes simbólicos y mediáticos muy fuertes pero que, con el paso del tiempo, se fueron diluyendo. Primero fue la firma del llamado “Pacto por México” con las principales fuerzas políticas del país, seguidamente lanzó “La Cruzada Nacional contra el Hambre”, que tuvo mucha aprobación; y, finalmente, la detención de la líder del magisterio, Elba Ester Gordillo, con mensaje presidencial en cadena nacional incluido.
La euforia del cambio se fue apagando. Quizás para muchos un año pueda representar poco tiempo para poder ver avances concretos en materia de seguridad y desarrollo económico, entre otros, pero el problema es que para la gente, en su bolsillo y en las calles, las cosas simplemente no mejoran.
Aunque el gobierno no quiera verlo, existe un desánimo social muy agudo que cada día se agrava más. Ya no se trata sólo de aquellos que no simpatizan con el Presidente o con su partido, sino que tiene relación con los asesinatos que siguen produciéndose, las extorsiones y secuestros que no censan y el precio de los servicios que incrementan al pasar de los días.

Segundo año

Enrique Peña Nieto iniciará su segundo año como presidente sin las expectativas generadas por lo incierto. Ahora, parece imposible esconder la realidad detrás de una encuesta o de una campaña publicitaria.
Altas expectativas para unos, pero para otros sumamente cuestionado por una gran parte de la sociedad. Así inició el gobierno de Peña Nieto su andadura aunque, bien es cierto que tomó un país devastado, sin rumbo, en una profunda crisis social y económica y con una ciudadanía paralizada por el miedo a causa de tanta violencia y muerte.
A pesar de esta realidad, el Presidente cambió los rumbos, se dejó de hablar de muertos, violencia y narcotráfico y se invirtieron todas las baterías en las cinco reformas por las que apostó para “transformar a México”.
El rumbo reformista por el que se ha apostado en el primer año de gobierno ha generado un gran rechazo social. Desde el mismo 1 de diciembre de 2012, se vislumbraba este panorama. Ese día quedó claro, no sólo el rechazo social, sino también la postura que el gobierno adoptaría ante las manifestaciones.
El 2013 ha sido un año de lucha incesante desde las calles, bajo el nombre que sea. Inconformes, quejosos o anarquistas, cada protesta ha sido reflejo de que estamos ante un gobierno que escucha poco, simula el diálogo y le apuesta a la fuerza pública como primera opción.
Uno de los problemas centrales del gobierno que encabeza EPN es que no hay lugar para la autocrítica; y mucho menos se aceptan las opiniones externas con la apertura que el mismo presidente presumió en su primer discurso oficial:
 “Como Presidente democrático respetaré las voces de la sociedad. Voy a ejercer un gobierno abierto, que hable con verdad, que pida opinión, que escuche a la ciudadanía y tome mejores decisiones”.
Enrique Peña Nieto, termina su primer año justo como lo inició: descontento social - reflejado en las manifestaciones y protestas -, regiones del país sumidas en la violencia a consecuencia del narcotráfico y la incapacidad del gobierno por hacerles frente de manera inteligente.
Durante este año, la percepción de la inseguridad aumentó hasta el 72.3%, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). De acuerdo a la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública, la inseguridad y la delincuencia son los principales problemas que los mexicanos enfrentan; seguidos del desempleo y el aumento de precios.
A lo anterior no sólo lo respaldan los números, también la realidad nos empuja a darnos cuenta de que los datos no están fuera de lugar. Como ejemplo están los estados de Guerrero, Chihuahua, Nuevo León, Jalisco, México y recientemente Michoacán. En estas regiones se cometen la mayoría de los actos violentos y, extrañamente, algunos siguen siendo los mismos que cuando el expresidente, Felipe Calderón, inició la “Guerra contra el Narcotráfico”.
Un año puede ser poco tiempo, cierto, pero el problema es que México no ha cambiado ni un poco respecto al país que era hace un año, permanecemos en el mismo sitio o estamos retrocediendo. Es verdad que las reformas propuestas atienden cuestiones que son vitales para el desarrollo del país, pero se han olvidado cuestiones que son primarias como la seguridad y el empleo.
Enrique Peña Nieto iniciará su segundo año como presidente sin las expectativas generadas por lo incierto. Ahora parece imposible esconder la realidad detrás de una encuesta o de una campaña publicitaria.
Viene el segundo capítulo de EPN y lo tendrá que hacer cargando con los problemas que prometió resolver y no ha hecho. Porque mientras en México sigan las desapariciones, los asesinatos, las extorsiones, los secuestros y no se resuelvan los casos impunes del pasado, eso de transformar o mover a México será mero y llano discurso.
Hasta hoy, Enrique Peña Nieto nos sigue debiendo.