martes, 27 de agosto de 2013

Los grupos de autodefensa: La ausencia del Estado mexicano

Aunque de manera reciente han cobrado más notoriedad, los grupos denominados de autodefensa o policías ciudadanas, en México tienen una larga historia. Según datos periodísticos, en el país existe presencia de este tipo de grupos en más de diez estados, algunos más antiguos que otros, pero todos identificados.
Noé Alí Sánchez Navarro / @noesanz

No es una mentira decir que muchas regiones del país se encuentran presas del crimen organizado y la violencia, donde diferentes grupos armados controlan y causan miedo en barrios, comunidades, negocios y hasta en ciudades completas. Otra situación es que muchos de los territorios que padecen de este mal, se encuentran en total abandono por parte del estado: regiones que han sido dejadas a su suerte, en medio del camino, entre la vida y la muerte.
Ante este panorama que sigue azotando al país, algunas comunidades han decidido organizarse y tomar las armas para protegerse entre ellos mismos y en algunos casos hacer valer la justicia por su propia mano; lo anterior a consecuencia de los asesinatos, violaciones, secuestros y extorsiones de las que han sido víctimas y testigos.
Cansados de la inseguridad e impunidad, el hartazgo en el que muchos grupos se encuentran, ha provocado que hasta las mismas mujeres hayan decidido participar en los grupos de autodefensa o policías comunitarias.
Para inicio de este año ya se registraban algunos casos como estos, pero hace algunos días más de cien mujeres se uniformaron como policías ciudadanas, se armaron y se comprometieron a defender su comunidad en Xaltianguis en el estado de Guerrero.
Aunque seguramente no son las únicas mujeres que han tomado una decisión como ésta, el hecho demuestra que la solución al problema no se vislumbra cercana, al menos no para los habitantes de estas regiones que han decidido intensificar sus propios lineamientos de seguridad.
Está claro que esto no es un buen indicio porque representa la ausencia del Estado en una de sus principales tareas: proporcionar seguridad a los ciudadanos
Contrario a lo que muchos pudieran pensar, estos grupos no sólo se están formando en comunidades lejanas, indígenas o serranas, también se están desarrollando en zonas donde el gobierno ha implementado planes y estrategias para combatir la violencia, Chihuahua y Michoacán, son un ejemplo.
Dicho lo anterior, está claro que esto no es un buen indicio, simplemente porque representa la ausencia del Estado en una de sus principales tareas, proporcionar seguridad a los ciudadanos, misma que no se está cumpliendo, por lo menos no en todas las regiones del país. Tan sólo durante los primeros siete meses de haber iniciado la administración federal, el mismo gobierno ha reconocido que se han registrado más de seis mil homicidios.
Otro de los factores que se desprende de esta situación y que también debe preocuparnos es que, además de que el Estado tiene la obligación de proveer seguridad para sus ciudadanos, también debe velar por la paz y el orden. Es decir, está obligado a evitar que los individuos hagan justicia por su propia cuenta. La formación y consolidación de los grupos de autodefensa es reflejo de que el Estado está ausente en dos áreas prioritarias: Seguridad y Autoridad.
De manera reciente se ha hablado mucho de estos grupos, particularmente los medios de comunicación y algunos políticos; una buena parte de ellos realiza una crítica muy severa a la conformación de los mismos y a lo complaciente que ha sido el gobierno al no impedir que estos se organicen. Otros tantos, reconocen y justifican que los ciudadanos que viven en situaciones de seguridad precaria, deben defenderse y luchar por mantener la tranquilidad de sus comunidades.
Es un hecho que el gobierno, en sus tres niveles ha sido inoperante con el crimen y permisivo con los grupos, porque si los ciudadanos confiaran en la seguridad que se les brinda, no tendrían la necesidad de dormir con un arma bajo la cama, viviendo con la preocupación de que su vida y la de los suyos está en constante peligro. Aquí el punto es que para algunos, esa confianza ya se agotó.
Más allá de hacer un cuestionamiento a las posturas que critican o justifican la formación de los grupos de autodefensa en México, en lo personal me queda claro que la formación de éstos tienen una estrecha relación con la poca capacidad del Estado para proporcionar seguridad.
Pero también creo que es momento de que nos preocupemos y pongamos atención en el futuro, porque hay muchas preguntas que están sueltas y tendríamos que plantearnos, por ejemplo: ¿Quién está proporcionando las armas a estos grupos? ¿Es posible pensar en la complicidad de las autoridades o del crimen organizado en la formación de los mismos?
El tema no es nada sencillo, porque si el incremento de inseguridad va a provocar la formación de más grupos de este tipo, será una muestra clara y contundente de la debilidad del Estado, y eso sería aún más grave.


Sólo así creo que estaremos en condiciones de que los grupos de autodefensa no sigan caminando al margen, ni de la ley, ni de sus derechos.El gobierno debe entender que no sólo se trata de desarmar a los grupos de autodefensa y llenar las ciudades, pueblos y comunidades de soldados y policías. La situación tiene más fondo. Se trata de regresarle las garantías de seguridad y justicia a esas comunidades, se trata de regresarles la confianza.

Lo que están haciendo viene de la falta de un derecho primario y fundamental, y aunque la esencia de su lucha es totalmente entendible, porque quién no defendería a los suyos aunque su vida esté en peligro. Continuar así puede costarnos más muertes, más violencia e incluso, ser testigos de la ley del más fuerte.

viernes, 16 de agosto de 2013

La liberación de Rafael Caro Quintero: “Allá por la madrugada sus deseos serán cumplidos”, y así fue.

Hace unos días, el capo Rafael Caro Quintero, fue liberado luego de permanecer 28 años en la cárcel. Nacido en 1952 y originario de Badiraguato, una población de pocos habitantes y ubicada en el estado de Sinaloa. Tierra que por cierto también vio nacer a Joaquín “El Chapo” Guzmán, el narcotraficante más buscado en los últimos años.

Por Noé Alí Sánchez Navarro / @noesanz

La relación que guardan estos dos personajes va más allá de su lugar de origen. El primero, se convirtió en el estandarte de las primeras generaciones del narcotráfico en México; mientras que el segundo, ha visto consolidar la estructura de producción y venta de drogas, no solo en México, sino más allá de sus fronteras. 

Rafael Caro Quintero, es uno de esos personajes que si usted lo cuenta como realidad algunos pensarían que es ficción. Más allá de la impunidad que le favoreció para construir su riqueza y poder, la leyenda del capo cuenta que, incluso ofreció al gobierno mexicano pagar la deuda externa, con el único fin de ser totalmente libre y dejaran de perseguirlo.
Hacia la década de los ochenta se convirtió en uno de los traficantes más influyentes e importantes. Junto con Félix Gallardo y Ernesto Fonseca Carrillo ("Don Neto"), fundó el Cártel de Guadalajara, una de las primeras agrupaciones narcotraficantes en formarse y consolidarse.
El crecimiento de esta estructura criminal, fue tanto que, el gobierno mexicano permitió la participación del Departamento Antidrogas de los Estados Unidos (DEA). El trabajo de investigación permitió que en 1984 se llevara a cabo un decomiso de miles de toneladas de droga, en el rancho “El Búfalo”, ubicado en el estado de Chihuahua, propiedad de Rafael Caro Quintero.
La respuesta del “Narco de narcos”, no tardó mucho en llegar, días después, Enrique Camarena, quien tenía orígenes mexicanos, y que se desempeñaba como agente de la DEA, fue secuestrado y un mes más tarde fue encontrado torturado y asesinado, en el estado de Michoacán. El motivo, su participación en el operativo del rancho.
En abril de 1985, Caro Quintero, fue capturado en Costa Rica, país en el que se había refugiado al intensificarse su búsqueda. Ya en México, el narcotraficante fue sentenciado a 40 años de prisión, ya que en ese entonces era el máximo de años permitidos por la ley. Fue acusado de narcotráfico, lavado de dinero y asesinato.
Hoy, faltando más de 10 años para concluir su condena, un tribunal en Guadalajara ordenó la liberación del narcotraficante, al concluir que Caro Quintero, había sido juzgado de manera incorrecta respecto al asesinato de Camarena, condena que estaría por cumplir. La razón: Habría sido juzgado en el fuero federal y se tendría que haber realizado por la jurisdicción común, ya que el agente de la DEA no había sido reconocido como agente diplomático de los Estados Unidos al momento de su muerte.
Así es, creíble o no, Rafael Caro Quintero está más libre que nunca, sin cumplir condena y sin pagar la deuda externa. Las reacciones no se han hecho esperar, desde la molestia y preocupación en Estados Unidos, pasando por la incredulidad de la sociedad mexicana, hasta la sorpresiva reacción y respuesta del Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam.
La liberación del capo no es una buena noticia para nadie, eso debe de preocuparnos. No lo es para el Gobierno, porque aunque no se puede afirmar que tuvo relación directa con la decisión, la situación se suma a la molestia generalizada que ha provocado la reciente exoneración de Raúl Salinas de Gortari, quien estaba detenido por enriquecimiento ilícito; y lo permisivo que ha sido el gobierno con Carlos Romero Deschamps, líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros.
Y para la sociedad, es totalmente alarmante e insultante. Dejar en libertad a un hombre que le dio estructura a uno de los males más dolorosos para el país, es una muestra clara de lo incomprensible que puede llegar a ser el sistema de justicia mexicano.
Esto deja las puertas y las ventanas abiertas para las nuevas generaciones de criminales, el mensaje es claro, puedes hacer lo que quieras, matar, secuestrar, vender drogas y un prolongado etcétera, el sistema tendrá un hueco y justo por ahí está la salida. Imagínese, en veinte años, ver salir como si nada y sin cumplir condena, a todos los narcotraficantes, sicarios y secuestradores que han sido detenidos.
Si es cierto que existió un error en la condena de Rafael Caro Quintero, respecto al asesinato de Camarena, habría que preguntarse, ¿Habrá sido el único asesinato que cometió u ordeno? Y no menos importante y preocupante, cuántos detenidos estarán pagando una sentencia por un error, y por ellos no se hace nada. La justicia en México es clasista, a unos les toca y a otros no; unos salen antes de tiempo, otros jamás pisarán la cárcel; algunos casos se revisan, otros tantos se olvidan. Depende, todo depende de cómo te llames.
Tras la liberación, el Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, señaló que no se trata de un caso de impunidad total, ya que estuvo en prisión durante 28 años. Pero aquí también todo depende de cómo se vea el vaso, medio lleno o medio vacío. Porque quizá lo correcto es que se trata de un caso donde no hay justicia total, y ahí es donde está precisamente lo más delicado, la justicia es o no es, si Rafael Caro Quintero no cumplió con su sentencia se llama impunidad.
Ya lo decía el corrido: “El león es rey de las fieras aunque se encuentre enjaulado” Hoy, ese león ha vuelto a la selva.

lunes, 12 de agosto de 2013

La reducción de los sueños: Los rechazados de la esperanza

Hace tiempo estudiar en México era un lujo para muchos, un lujo en el que padres de familia invertían esfuerzo, tiempo y dinero, con la única intención de que sus hijos pudieran tener las herramientas para ser “alguien” en el futuro, una persona de bien y con oportunidades para conseguir un buen empleo.
 Noé Alí Sánchez Navarro / @noesanz 
Hace tiempo estudiar en México era un lujo para muchos, un lujo en el que padres de familia invertían esfuerzo, tiempo y dinero, con la única intención de que sus hijos pudieran tener las herramientas para ser “alguien” en el futuro, una persona de bien y con oportunidades para conseguir un buen empleo.
Aunque si bien es cierto que no todos pudieron tener las mismas oportunidades, los sueños de muchos de nuestros padres era tener una familia, un vehículo y una casa; eso sería reflejo y fruto de estudio y trabajo. Hoy, para las nuevas generaciones las cosas han cambiado, el lujo de estudiar parece inalcanzable para muchos y los sueños se han reducido a sobrevivir.
México se enfrenta a dos situaciones que ponen en evidencia el abandono en el que se encuentran miles de jóvenes, y aunque diversos sectores de la población se empeñan en negarlo, un gran porcentaje de ellos vive en condiciones alarmantes. Por un lado, los miles de rechazados del sistema educativo; por el otro, aquellos que al terminar una carrera profesional no encuentran espacio en el mercado laboral. Los dos frentes están llenos de desesperanza.
Alguien movió el horizonte de lugar, ése del que nos hablaron por tanto tiempo nuestros mayores: “Tienes que estudiar para ser alguien en la vida”, “Solo estudiando podrás conseguir un buen empleo” y “Estudiar es el único camino”, son frases que a muchos jóvenes mexicanos les suenan vacías y a la vez imposibles. El panorama luce difícil, porque no sólo se trata de ingresar al sistema educativo, el otro problema al que se están enfrentando es cómo costear una carrera (Libros, útiles, transporte, etc.).
“Tienes que estudiar para ser alguien en la vida”, “Solo estudiando podrás conseguir un buen empleo” y “Estudiar es el único camino”, son frases que a muchos jóvenes mexicanos les suenan vacías y a la vez imposibles.
Ante este panorama de los jóvenes, una palabra que se puso de moda por sociólogos, políticos, académicos y periodistas, fue: inclusión. La inclusión social la podemos definir como la integración de todos los miembros de la sociedad, más allá de su raza, origen, edad, creencias, nivel económico, condición social y sus actividades. En lo que respecta a los jóvenes, se ha hablado mucho de la importancia de crear espacios incluyentes, sobre todo en educación y empleo.
El problema, es que cada año a nivel nacional se rechazan a miles de aspirantes de universidades públicas, los rechazados no cuentan con los recursos necesarios para pagar las altas cuotas que piden las universidades privadas, ante esta situación, muchos jóvenes han desistido del estudio, buscando un empleo sin importar la actividad o sueldo; mientras que otros, han esperado e intentado acceder a la universidad en otro momento.
En algunos estados del país, el gobierno ha duplicado esfuerzos para que ningún joven se quede sin estudiar, además de promover la creación de fuentes de empleos dirigidas especialmente para ellos. El problema viene cuando al salir de la universidad, ya como profesionistas, sólo encuentran empleos que fueron pensados para aquellos que no lograron ingresar al aparato escolar, es decir, hemos confundido la inclusión, la hemos forzado. Ni en la educación, ni en el trabajo, hay oportunidades para todos.
Respecto al empleo la situación no viene nada bien, al contrario, estudiar ya no es garantía de conseguir un buen puesto o trabajo, o al menos, un sueldo digno y que alcance a cubrir las necesidades básicas. Escucho a mucha gente decir: “Hay empleos, es cuestión de buscar”, puedo estar de acuerdo, hay empleos, pero en qué condiciones se trabaja, cuáles son las prestaciones y servicios que se obtienen por trabajar.

Los empleos que se ofrecen a los jóvenes por lo regular son en condiciones indignantes y precarias, algunos con jornadas largas y con el sueldo mínimo, otros con pocas horas de trabajo y por consecuente menos paga. Los motivos son muchos, pero los que más sobresalen es, la falta de experiencia de los jóvenes y en algunos de los casos, el sólo hecho de ser joven condiciona la posibilidad de adquirir un empleo.


Ante la necesidad que los jóvenes tienen para conseguir un empleo y poder llevar el sustento a su casa, muchas empresas han aprovechado la encrucijada en la que éstos se encuentran, ofreciendo poco y exigiendo mucho. Otra de las realidades, y que ha quedado plasmada en los últimos años, es que la falta de oportunidades para los jóvenes los ha empujado a los brazos del narcotráfico, como sicarios y vendedores de droga.En el Reporte sobre la discriminación en México 2012 - Trabajo, realizado por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), resalta que los adultos mayores y los jóvenes son los que sufren de mayor exclusión en lo laboral; además de ser los grupos de edad que más carecen de prestaciones laborales.

Aunque de alguna manera el mal ya está hecho, México necesita replantear y pensar en sus jóvenes, no sólo porque representan un gran porcentaje de la población (entre 15 y 29 años) 26%, sino porque en medida de que las condiciones de vida, educación, trabajo, salud y desarrollo, mejoren para ellos, será garantía de que hay camino, un espacio para todos; de lo contrario, seremos testigos de la conformación de una generación sin esperanzas

jueves, 8 de agosto de 2013

La agenda violenta de los noticieros: “A cualquiera le puede pasar”

México vive un constante crecimiento de índices de violencia e inseguridad, aunque las causas parecieran ser evidentes, los medios de comunicación masiva también se han convertido en una parte silenciosa del problema.
Noé Alí Sánchez Navarro / @noesanz

Es un hecho que los medios de comunicación son un importante agente de socialización, a través de ellos no sólo nos informamos de lo que sucede en nuestro entorno, además, contribuyen a la formación de los individuos por medio de la apropiación de conceptos y nociones que tienen una relación estrecha con la forma en que nos relacionamos con los demás.

A pesar de las innovaciones tecnológicas, la televisión es un medio que sigue estando vigente y siendo accesible para la mayoría, es el principal medio de entretenimiento e información, razón por la cual, el poder que tiene este medio juega un papel fundamental para la formación de las sociedades. Las audiencias, activas o pasivas, tienen en consideración de lo que se habla en la televisión.
México en la actualidad vive un constante crecimiento de índices de violencia e inseguridad. Aunque las causas parecieran ser evidentes, los medios de comunicación masiva también se han convertido en una parte silenciosa del problema.Aunado al poder informativo que los medios han adquirido, especialmente la televisión, no se puede pasar por alto el aumento considerable de violencia, que ha modificado el quehacer de los medios. Alrededor del mundo se desarrollan diferentes conflictos que tienen como causantes las mafias, (que mediante asesinatos y violencia buscan el control de la droga, su producción y su venta) las ideologías religiosas, la cultura, la violencia intrafamiliar, el pandillerismo, etc.

Los medios con la intención de informar y/o entretener han reforzado el contenido violento de sus presentaciones, y ya no sólo hablamos de películas, caricaturas y series, ahora debemos presenciar en los noticieros la constante proyección de sucesos violentos que suceden en las calles. Lo que estamos viendo en la televisión dejó de ser ficción y se convirtió en violencia real.
Ante sucesos como asesinatos, ejecuciones, asaltos, la relación sociedad y medios ha cambiado; la sociedad, se ha visto orillada a recurrir a los medios para distraerse e informarse. El temor de salir a la calle y ocupar los espacios públicos ha provocado que las familias se encierren con la televisión encendida. Los medios le han dado prioridad a la noticias que tienen que ver con asesinatos, capturas y ejecuciones, justificando esta acción con legitimar la información.
La investigación científica sobre la relación entre violencia y televisión ha sido tratada desde hace tiempo. Sin embargo, aún no se ha encontrado una explicación definitiva. Lo que está claro es que mientras muchos sectores de la población han manifestado su preocupación y repudio por tanta violencia, la televisión la utiliza para alimentar el contenido de programas con excelentes resultados en niveles de audiencia y cuantiosos beneficios económicos.
Aunque distantes en el tiempo, algunos resultados parecen estar de acuerdo con el hecho de que la violencia en la televisión, desde cualquier perspectiva, afecta en la forma de pensar, en los estados de ánimo, en las emociones y hasta en los propios sentimientos de los individuos y que los grupos de audiencia más afectados a consecuencia de la televisión son los niños y los jóvenes.
A consecuencia de la situación que se vive en México, existe mucha preocupación porque las nuevas generaciones sean en un futuro personas violentas. Aunque es un tema que debe abordarse, es importante considerar los factores generadores de esta situación y afrontarlos.
Si en verdad nos interesa disminuir la violencia en el país, no bastará con llenar las calles de policías. Mientras tengamos tanta desigualdad, impunidad, corrupción e injusticia, las cosas no cambiarán.
De igual manera, si los medios siguen empeñados en, por una parte, establecer una agenda mayoritariamente violenta, y por otra, omitir información tratando de hacer creer que las cosas se han solucionado, seguiremos viviendo en un ambiente de mucha incertidumbre.
En un trabajo de investigación que realicé en el 2010, cuando el clima de inseguridad y violencia alcanzó su punto más grave, pude recuperar las voces de algunos jóvenes ante esta situación. Quizá algunos piensen que los jóvenes ya no ven la televisión, pero la realidad es que los usos que éstos les dan a los medios es lo que ha cambiado: ahora hay más pantallas, más posibilidades de informarse.Lo que estamos viviendo no es nada sencillo: ante la saturación de violencia nos estamos acostumbrando a ella, cuando vemos en las noticias que alguna manifestación o protesta fue irrumpida de manera violenta por la policía, la justificamos. Nos estamos acostumbrando a buscar villanos donde sea.

A pesar de que desde hace mucho tiempo a los jóvenes se les ha estigmatizado por ser violentos, rebeldes y perezosos, y que muchos de estos señalamientos vienen desde los propios medios, ellos han demostrado que les interesa lo que está pasando en su entorno.
En México, la violencia que ha sacudido al país ocupa posiciones informativas privilegiadas; desde la espectacularidad en las capturas de narcotraficantes, hasta la proyección constante y repetitiva de cuerpos humanos destrozados y mutilados.
El riesgo desde la mirada joven no está en convertirse en personas violentas, esa postura es muy cómoda y minimiza un problema más grave. Lo que debe preocuparnos es que, a través de tanta violencia, estamos enseñando a las nuevas generaciones a perder la esperanza en las instituciones, en la justicia. A los jóvenes les parece incongruente lo que ven en las noticias, no basta la captura de un poderoso narcotraficante si en las calles de su ciudad, de su barrio, todo sigue igual.
Los jóvenes no son presa fácil de la manipulación mediática, actualmente cuentan con más medios para estar mejor informados y tener mayores elementos que les permitan analizar lo que dicen; las redes sociales e internet no son un sustituto de la televisión pero sí medios de reforzamiento.
Después de tantas noticias relacionadas con asesinatos, es común escuchar a algunos jóvenes decir: “A cualquiera le puede pasar”, “Cuando te toca, te toca” y “Es la realidad y ya me acostumbré”.A través de las nuevas tecnologías los jóvenes comparten experiencias, ideas y sentimientos sobre lo que les interesa. La violencia como fenómeno social es algo que les preocupa y afecta; sus actividades, las de sus padres y la propia dinámica social ha cambiado, no sólo por la situación de inseguridad pública, también por la misma proyección que se da de lo que pasa en las calles a través de los medios.
Las coberturas noticiosas nos están inculcando a banalizar la violencia, todos sabemos que representa un problema social grave, pero a través de la cobertura mediática lo estamos asumiendo como algo normal y justificable, percibiendo la fuerza y la agresión como parte de nuestra realidad.
Si le queremos ganar la partida a la violencia, tenemos que hacerlo desde todos los medios posibles, es urgente que dejemos de reducir la gravedad del problema a un programa de noticias.

jueves, 1 de agosto de 2013

Silencio: El crimen organizado sigue aquí.


Noé Alí Sánchez Navarro / @noesanz

Contrario a la idea que el gobierno mexicano ha querido hacer creer a la sociedad, de que en México las cosas están cambiando y existe un clima de paz y tranquilidad, la verdad es distinta. Con la característica de siempre aparecer, la verdad además es cruda y dolorosa, el crimen sigue estando más organizado que las autoridades, sigue causando muertes y miedo, sigue filtrado en las corporaciones policíacas, sigue aquí, entre nosotros.
El gobierno que encabeza Enrique Peña Nieto, ha continuado bajo la misma postura desde hace ocho meses que inició su administración, hablar poco de los hechos violentos que ocurren en el país, incluso ni la detenciones de narcotraficantes se le ha dado tanta difusión; lo que está quedando claro es que minimizar la violencia y hacerla pasar como hechos aislados, no terminará con un problema que lejos ausentarse, mutó y sigue siendo fuerte.
A consecuencia de la crisis de inseguridad y violencia que se vive en México en los últimos años, el término de “Estado fallido” se ha utilizado por la sociedad y algunos medios de comunicación, para describir la ineficiencia e inoperancia del estado ante distintas condiciones, particularmente por la falta de control y resultados en temas de seguridad pública.
Lejos de pretender hacer un análisis de lo que es el “Estado fallido”, acuñado por el sociólogo alemán,  Max Weber en el siglo XIX, lo que sí es una realidad es que el estado en su conjunto está fallando y muchas cosas no andan bien. Algunos podrán decir que no se puede hablar de esta incapacidad del estado, porque la mayoría de sus servicios y funciones están trabajando, pero ¿Bajo qué condiciones?, es decir, podemos como sociedad gozar de la vida a sabiendas de que en nuestro país siguen los secuestros, extorsiones  y asesinatos; puede el gobierno jactarse de su trabajo cuando no ha podido con el crimen organizado, fallido o no, esto a mí me hace mucho ruido.  
Cuando hablo del estado en su conjunto, también me refiero a la sociedad, porque de cierta manera también nos hemos convertido en cómplices de la situación, particularmente con la indiferencia, cuestión que ya he manejado en temas anteriores. Nos estamos quedando quietos, es cierto que mucha de la responsabilidad recae en el gobierno, pero a nosotros como ciudadanos nos ha faltado la capacidad de organizarnos hacia dentro.
Otra de las cosas que me parece alarmante de esta prolongación de la violencia y el crimen  en el país, es que no hemos logrado darle lectura a las situaciones que se presentan en diferentes regiones y evitarlas en el futuro inmediato, vivimos pensando que a nosotros no nos puede pasar y estamos equivocados, ha quedado demostrado que lo que le afecta a una región, tarde o temprano se muda a otra.
Muchas de las ciudades que tenían los índices más bajos en homicidios al iniciar la llamada guerra contra el narcotráfico, fueron aumentando sus números considerablemente al pasar de los años, es decir, hemos visto las consecuencias del crimen en otras ciudades y al pensar que eso está lejos de nosotros, le hemos permitido llegar, entrar e instalarse en nuestros hogares.
Hace algunos días El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dio a conocer la información de los homicidios registrados en el país durante el 2012. El informe revela que en 2012 hubo 26 mil 037 homicidios en México, siendo Chihuahua y México las entidades con el índice más alto, mientras que Aguascalientes, Baja California Sur y  Yucatán, son las más bajas.
Aunque el informe no menciona cuántos de estos homicidios tienen relación con el narcotráfico, el dato sigue siendo igual de alarmante; la disminución de crímenes a comparación del 2011 es de 1, 176, es decir, no hay nada que celebrar, porque así sean diez, cien o miles, representan vidas, familias.  
En el ambiente que prevalece en el país, para algunos las cifras son lo de menos, más cuando lo que siguen viviendo es una pesadilla, a la cual han tenido que enfrentar con lo que se han encontrado, tal como lo han hecho los grupos de autodefensa en estados como Michoacán y Guerrero, podrán estar lejos de la legalidad, pero ¿Usted no defendería a los suyos aunque esté en riesgo su vida? Quizá el miedo inmovilice, pero el hartazgo de promesas e inseguridad, está orillando a muchas comunidades que están en el olvido a armarse.       
Cuando digo que la violencia mutó, me refiero a que ahora hablamos de violencias, porque se da en diferentes formas y dimensiones, lo que en muchas regiones del país está sucediendo va más allá de las miles de ejecuciones que se dieron en el 2010 en estados como Chihuahua y Sinaloa, porque las formas de padecer la violencia y los crímenes que no se ven también hacen daño, el incremento de la “desaparición” de personas y asaltos en Jalisco,  la fuerte crisis de inseguridad que azota a Michoacán, e incluso la misma postura de tomar las armas de algunos grupos de la sociedad civil, son ejemplos de ello.
Es cierto que México necesita una transformación profunda, no lo puedo negar, necesitamos invertir nuestros esfuerzos para construir un país distinto, pero dudo mucho que lo podamos hacer en condiciones tan adversas, nos urge voltear la mirada a nuestra historia reciente, ver lo que sigue estando mal y cambiarlo.

No sirve de nada ocultar información sobre lo que en realidad está pasando, no ayuda que los medios digan que todo va bien, la realidad siempre se asoma y reclama lo que es suyo.  No sé si hay o no “Estado fallido”, lo que sí sé es que el crimen sigue viviendo aquí y el silencio se ha convertido en su mejor cómplice.