viernes, 27 de septiembre de 2013

Ciudad Juárez: La Ciudad equivocada

La realidad reclamó su lugar en Ciudad Juárez, la masacre en el poblado de ¨Loma Blanca¨ dejó en evidencia que las cosas no han cambiado mucho y que hay regiones en el país que se encuentran prácticamente en el olvido. 
Noé Alí Sánchez Navarro / @noesanz
Una de las fechas que quedó marcada en la memoria de Juárez, es sin duda el 31 de enero de 2010. Aquel día, sucedió uno de los hechos más violentos e impactantes de los que se tenga memoria en la Ciudad. En “Villas de Salvarcar”, una colonia ubicada al poniente de la Ciudad, un grupo de sicarios asesinó a 15 jóvenes, entre ellos estudiantes de diferentes preparatorias y universidades de la localidad, mientras se divertían en una fiesta en un domicilio particular.
Aquel trágico día representaría ser sólo el principio del año más violento en la historia de la Ciudad, mismo que se llevó consigo a más de 3,000 vidas. Este hecho despertó la indignación de la sociedad, en especial de los jóvenes, que veían con tristeza cómo sus espacios ya no eran lugares seguros.
Ciudad Juárez se convirtió en el foco de atención a nivel nacional e internacional. Los hechos violentos pusieron al descubierto que, además de la lucha de diferentes grupos del crimen organizado por establecerse en la ciudad, el problema era aún más profundo, un modelo económico descuidado, falta de empleos dignos y bien remunerados, nula creación de espacios educativos, culturales, deportivos y artísticos, entre otras cosas, signos claros de la deterioración del tejido social.
Aunque es cierto que los hechos violentos han disminuido considerablemente, me refiero particularmente a las ejecuciones, siguen presentándose situaciones que atentan directamente contra la sociedad: los asaltos y las extorsiones, por ejemplo.
Hace apenas unos días, en la antesala del fin del periodo del presidente municipal en turno, Héctor Murguía, (quien ha dicho una y otra vez que Ciudad Juárez ya es una ciudad segura) el fantasma de “Villas de Salvarcar” apareció para decir lo contrario: una cosa es que la violencia (en cualquiera de sus formas) no se deje ver, y otra muy distinta es que ya no exista.
El pasado 22 de septiembre, diez personas fueron asesinadas en el poblado de Loma Blanca, a las orillas de Ciudad Juárez. Hombres armados que se identificaron como parte del grupo delictivo “La línea”, dispararon contra un grupo de personas que se encontraban celebrando el triunfo que habían obtenido en una liga local de béisbol.
Las victimas de la matanza fueron siete hombres, dos mujeres y una niña de seis años. El hecho es totalmente desgarrador, escenas que no puedes imaginar y que aparecen como si nada; así pasa aquí, cuando piensas que lo has visto todo llega otra cosa que lo supera, más cruel, más impactante y más inhumano.
Los integrantes del equipo de béisbol y quienes los acompañaban a este importante festejo, porque quienes practican algún deporte, saben que no miento cuando digo que ganar en algún deporte es reflejo de entrega, compromiso y disciplina, de ahí su importancia. Los Cardenales, como se hacían llamar en el torneo local de béisbol, sintieron ese placer de la victoria, pero alguien decidió que ésa sería su última carrera, que el festejo sería breve y debía terminar con la muerte.
A un costado del trofeo, colocado sobre una mesa y que los ratificaba como los mejores del campeonato, quedaron los cuerpos de los jugadores que aún llevaban puestos sus uniformes, quedaron tirados, sin vida, destrozados.
Un día después de la masacre, en algunos poblados cercanos a Loma Blanca, aparecieron mensajes en bardas y mantas, en los que “gente de Gavino Salas” responsabiliza al grupo delictivo “La Línea” del asesinato. Decía uno de los mensajes: “La guerra es entre nosotros no con inocentes, nosotros no matamos niños ni señoras”.

La masacre en Loma Blanca ha puesto al descubierto que la guerra de la que hablan los grupos delictivos que se encuentran en la ciudad está viva; así como también ha permitido ver el abandono en el que se encuentran algunas zonas de la ciudad e incluso del país. Porque en el Valle de Juárez se siguen cometiendo muchas injusticias, porque las disputas del narco se mantienen, los retenes del crimen organizado continúan y el miedo avanza.
Lo que pasó en Ciudad Juárez es que “sacamos” al crimen del centro, de la ciudad, y éste se fue, al menos eso pensaron nuestros gobernantes y eso nos quisieron hacer ver, pero la verdad es que el crimen encontró una nueva morada en los márgenes, a las orillas, que por cierto, a pesar de la oscuridad en la que viven, también son ciudad.
El 23 de septiembre, Ciudad Juárez despertó con la noticia de que después de más de tres años, volvió a ser de nuevo el centro de atención de medios nacionales e internacionales: “Masacre en Loma Blanca”. Ni Villas de Salvarcar, ni Loma Blanca deben quedar impunes, no pueden ser dos historias en las que el motivo del crimen coincida. Después de lo que la ciudad ha vivido no es justo decir que los asesinos se equivocaron o confundieron, que era un pleito entre pandillas, que era una venganza o que simplemente las víctimas estaban en el lugar equivocado. La justicia tiene que ver y estar más allá de eso, no podemos seguir caminando y justificar la muerte y la violencia, debemos dejar de ser la ciudad equivocada.
Como ya es una costumbre, muchos de los titulares de los medios, de forma simplista, sin conocimiento y con muy poca sensibilidad, se concretaron a decir: "Resurge la violencia en Juárez", a ellos habrá que decirles que no, que ellos sí están totalmente equivocados, que de acá la violencia nunca se fue, nunca. 

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