jueves, 7 de agosto de 2014

Juárez: Bajo el "Techo Comunitario" con Daniel Torres.



El acceso de los jóvenes a nuevas oportunidades está bastante limitado. No es un secreto que muchos de ellos se encuentran excluidos de espacios educativos y laborales principalmente, pero desgraciadamente no sólo ahí se encuentran al margen, también se ha visto cómo han quedado fuera de las áreas de esparcimiento y recreación, aquellas que muchas veces se encuentran desatendidas y con secuelas del vandalismo. 
Noé Alí Sánchez Navarro / @noesanz
En Ciudad Juárez, después de vivir años intensos marcados por la inseguridad y la violencia, desatados especialmente por la guerra contra el narcotráfico, han tomado mayor importancia los proyectos organizados por los ciudadanos: grupos, colectivos y asociaciones; proyectos creados para fortalecer a las comunidades y dotarlas de herramientas que dignifiquen la vida.

Daniel Torres es un joven alegre y entusiasta, comprometido con la ciudad donde le tocó nacer. Hace algunos años se graduó como psicólogo y desde hace más de tres trabaja como coordinador educativo en una asociación llamada: “Techo Comunitario”. Esta asociación se encuentra enclavada en uno de los sectores con mayor rezago de la ciudad, para diferentes centros de investigación, esta zona se ubica en lo que se ha denominado: El polígono de pobreza. 
Desde hace más de 15 años, el centro ha brindado sus mejores esfuerzos para dar atención y acompañamiento a niños, jóvenes y adultos mayores.
Para Daniel, el trabajo que realizan este tipo de grupos en la ciudad es muy importante para fortalecer los lazos sociales: “No se trata de cambiar la forma de pensar de las personas, es ver a la gente como comunidad”. El centro recibe diariamente a un centenar de personas y para los habitantes de la Colonia Toribio Ortega y sus alrededores, se ha convertido en un lugar para la convivencia. Sobre todo son los jóvenes, los que a través de actividades artísticas, deportivas, culturales y lúdicas han encontrado un espacio para desenvolverse sin temor, dejándose ver auténticos y conviviendo con los demás.
De los proyectos que se han emprendido con jóvenes, destacan: “A Ganar” y la “Ludoteca”, éstos han generado que los usuarios del centro reconsideren la posibilidad de seguir estudiando y aprendiendo, aunque no sea en la modalidad tradicional. Muchos de los niños y jóvenes en edad de estudiar, han decidido dejar la escuela, y no sólo es por falta de recursos u oportunidades, en algunos casos también lo hacen porque no les gusta o no se sienten competentes.
Daniel, considera que eso también es una problemática donde los maestros y las escuelas tienen gran responsabilidad, ya que asegura que hay niños a los cuales simplemente no les gusta o tienen miedo de ir, y que es importante conocer cómo el maestro está realizando su trabajo en el salón de clases para comprender por qué a los niños nos les interesa asistir.
La deserción escolar es una dificultad que se vive en gran parte del país, no hace mucho la Secretaría de Educación Pública, informó que más de un millón de niños y jóvenes dejaron de asistir a la escuela en el último periodo escolar. Lo que representa un costo de más de 34 mil millones de pesos
Conscientes de esta situación, en el centro se realizan diversas actividades, como la asesoría psicopedagógica y el acompañamiento. Actualmente han establecido convenios con otras organizaciones para que los jóvenes que tuvieron que dejar sus estudios puedan terminar la educación básica, e incluso, en otros casos, para que puedan concluir una carrera técnica que les permita conseguir un empleo.
Una historia excepcional es la de Alondra, una joven que Daniel describe como “incansable”. Además de cuidar a sus hermanas gran parte del día y estudiar la preparatoria, Alondra asiste a Techo Comunitario y se ha dado la oportunidad de participar en el programa “A Ganar”, donde está estudiando para ser “Chef”, pero eso no le ha impedido darse el tiempo de apoyar en la ludoteca.
La asociación también ha invertido esfuerzos en prevenir la violencia y dar atención a quienes se han visto afectados por ella. Daniel Torres recuerda que hace algunos años mataron a cuatro personas a unas cuantas cuadras de “Techo”, además del miedo que esto provocó, también fue motivo de tristeza, ya que las víctimas del homicidio eran familiares de niños que asistían al centro.
“Después de ese momento decidimos llevar la ludoteca a las calles, además de proponer una serie de talleres juveniles, como los de Arteterapia, que busca trabajar las emociones, el amor y la fraternidad”.
Los jóvenes usuarios del centro han descubierto un sinnúmero de cosas con las que se sienten plenamente identificados. Por ejemplo, a través del “club digital” donde se les brinda el préstamo de computadoras con acceso a Internet y se les ofrecen talleres sobre el uso de las nuevas tecnologías, han podido poner en práctica destrezas y nuevos conocimientos. Según Daniel, a través de las redes sociales los jóvenes han encontrado un espacio para expresar sus sentimientos, además de haber mejorado su habilidad para escribir, se han interesado por la serigrafía, participan en comunidades como acción poética y algunos incluso han aprendido programas de diseño.
Desde muy temprano, “Techo” abre sus puertas cada día para empezar de nuevo, conscientes de que se han convertido en algo más que un lugar de escape, hoy son una opción para cientos de jóvenes, promoviendo la fraternidad y la inclusión, pensando siempre en el bien de los demás. Allí es donde Daniel llega cada mañana, puntual a su cita, con la que considera su comunidad, él mismo lo describe como un trabajo fuerte, pero dice alimentar sus ánimos de las experiencias e historias de vida que ha visto pasar por el centro.
Daniel concluye: “Si el joven está triste, nosotros estamos tristes, ya que trabajamos por la comunidad”.

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