viernes, 9 de mayo de 2014

La herencia de #YoSoy132

En los últimos años, hemos podido presenciar cómo un gran sector de la población joven a nivel mundial se ha apoderado de Internet, ya no sólo como una herramienta tecnológica, sino también como una plataforma política y social. Particularmente, a través de las redes sociales como Facebook y Twitter, se han difundido y gestado movimientos como el de los indignados en España, la primavera Árabe, las recientes movilizaciones en Brasil y el #YoSoy132 en nuestro país.
Por Noé Alí Sánchez Navarro @noesanz
Quizá pocos imaginaron la transcendencia que tomaría el movimiento #YoSoy132, el mismo que encontró sus raíces en la juventud universitaria, pero que al tiempo logró “provocar” no sólo a estudiantes y jóvenes, sino que fue encontrando refugio, fortaleza y apoyo en muchas regiones del país.
Se cumplen dos años del inicio de este movimiento. Aquel 11 de mayo del 2012 en la Universidad Iberoamericana en la Ciudad de México (Ibero) comenzó lo que cimbraría y llevaría a otra dimensión una campaña electoral en la que prevalecían: el poder del monopolio televisivo y de algunos otros medios, un proceso frío e insípido, y la supuesta apatía de los jóvenes mexicanos por ser partícipes en el terreno de lo político.
 Desde ese día, el movimiento ha permanecido en el centro de la crítica, para muchos gravitando en la radicalidad y para otros, representando un aire frescopara la política nacional.
Para empezar, #YoSoy132 llevó al terreno de la opinión pública y del debate nacional las propuestas, protestas y exigencias de los jóvenes, es decir, la realidad descrita por ellos mismos y no a través de intermediarios o representantes políticos.
Los temas puestos en la mesa fueron (y siguen siendo) factores fundamentales para los jóvenes, pero no por eso se encontraban fuera los demás reclamos sociales: la injusticia, la corrupción, la pobreza, la represión, el abuso de autoridad y la impunidad.
También, le debemos poder ser testigos de una nueva camada de activistas y luchadores sociales, porque logró “despertar” a más de uno, e independientemente de las preferencias políticas, la fuerza del movimiento “empujó” a una gran cantidad de ciudadanos a repensar el estado de la política actual, la democratización de los medios y la fuerte necesidad de una democracia fuerte y real.
Le debemos al #YoSoy132 la recuperación de la memoria histórica de los movimientos juveniles organizados en décadas pasadas, cuando el autoritarismo del partido hegemónico reprimía el pulso de la protesta social.
En gran medida el movimiento recuperó muchas de las demandas, hartazgos, sueños y esperanzas de los grupos obreros, campesinos y estudiantiles.
Aunque algunos consideran que el movimiento se ha ido esfumando a lo largo de los días, aún es posible ver en distintas ciudades a jóvenes comprometidos con el movimiento, quizá incorporando algunas cosas de acuerdo a sus realidades, pero conservando la esencia del mismo: la autenticidad y la horizontalidad.
De igual manera le debemos la espontaneidad del movimiento, su creatividad y el ingenio, utilizando todos los recursos (im)posibles a su alcance para la trasmisión constante de sus ideas y acciones. Reposicionando el uso de Internet, convirtiéndolo en un espacio abierto, de diálogo, interacción y debate.
A través del 132 pudimos palpar términos como “organización horizontal”, “política viral” y  “tecnopolítica”, así como presenciar que la organización ciudadana es posible a través del uso de las redes sociales, por medio de “posts” y “tuits”; y que el debate virtual que se inicia a través de #hashtags puede trascender, nutrirse y llegar hasta las calles.
Es importante recordar que la incursión del movimiento se dio en un contexto de desilusión política, a causa de la transición democrática que resultó ser sólo una ilusión, y de un ambiente de alto peligro a consecuencia de la famosa guerra contra el narcotráfico, la misma que dejó a su paso miles de muertos, huérfanos y un país envuelto en el miedo.
Es en ese contexto donde la presencia de un movimiento que visibiliza al joven como protagonista, cobra más valor. Desde la mirada adultocéntrica se critica y cuestiona con severidad la apatía juvenil, quizá esta mirada se encuentre desgastada, porque guste o no, el movimiento movió por sí solo a multitudes, tuvo impacto político y despertó el activismo ciudadano.
Se cumplen dos años de #YoSoy132, probablemente nadie imaginó que de aquella manifestación en la Universidad Iberoamericana vendrían después las grandes movilizaciones, la organización de asambleas, y la presentación de manifiestos, momentos que hicieron vibrar las circunstancias de la política nacional.
México le debe mucho a este movimiento, porque aunque quizá el 132 no alcanzó a cumplir con todos los propósitos trazados, ni tampoco cambió el destino del país, “provocó” a una nueva generación de jóvenes, y ellos si pueden cambiar el futuro del país. 

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