jueves, 18 de julio de 2013

México: ¡Queremos vivir, por eso estamos aquí!

Es indudable que la relación existente entre los jóvenes mexicanos y la música es sumamente estrecha, una correspondencia histórica. La música inspira, expresa y proyecta muchas veces nuestros modos de sentir, vivir y sufrir.

Noé Alí Sánchez Navarro / @noesanz

En los últimos años, los jóvenes de México han encontrado formas distintas a las tradicionales, para hacerse presentes en la vida política del país. Ante el hartazgo en el que se encuentra gran parte de la sociedad, por motivos económicos, políticos y sociales, los jóvenes han construido nuevos medios, formas y herramientas para manifestar sus necesidades e ideales. Una de ellas es la música. 

Siempre he considerado a la música como un espacio dinámico e interactivo. Se puede estar solo o acompañado, pero ese lugar es nuestro. Además, la música tiene la característica de describir la realidad misma que a veces no nos gusta escuchar.

En muchas ocasiones he escuchado que ciertos géneros musicales son incitadores de violencia por sus letras, composición y sonido. También he escuchado a otros que dicen que la música no les gusta por la forma de vestir o de la apariencia de quien la interpreta.

Pero, ¿qué sucede cuando la música es un espacio para denunciar, protestar y expresar tanta violencia? ¿Por qué nos cegamos y escondemos detrás de letras románticas habiendo tanto dolor?

Si efectivamente la música es un puente cultural para los individuos, uno de los elementos principales para la proyección de las costumbres y tradiciones de los pueblos, ¿por qué deberíamos excluir aquellas composiciones que denuncian lo que no está bien, lo que está haciendo daño, lo que está matando? También proyectan nuestra realidad.

En los últimos años México no lo ha pasado nada bien, diversos factores han puesto en evidencia el deterioro del tejido social (odio usar esta frase, pero es la menos apática), la violencia en sus diferentes formas ha dejado una herida profunda en la sociedad. Y es una herida a la que no le basta un analgésico para remediar. La violencia no sólo se ha llevado consigo a muchas víctimas, sino que ha dejado mucho dolor y desesperanza. 

¿Qué relación tiene la música con la violencia? 
Recientemente y en diversos espacios, la música está jugando un papel determinante como cómplice. No basta el romanticismo cuando hay tanto dolor e injusticia.  La música se ha convertido en ese canal de expresión para muchos jóvenes que han perdido todo o lo poco que tenían, como usted quiera verlo.

¿No es motivo para alarmarse e indignarse? ¿No nos duelen tantos muertos, tantos sueños interrumpidos?Es un dolor indescriptible y solitario que a veces parece ser sujeto de tanta indiferencia social: nos ha llegado como un huracán que arrasa con todo lo que se encuentra, por ejemplo, más de 35 mil jóvenes asesinados del 2000 a la fecha.

Los últimos movimientos sociales, no sólo en México sino en todo el mundo, están siendo encabezados por jóvenes que reclaman a gritos un cambio estructural y no temporal. Las oportunidades que exigen siguen siendo básicas: educación para todos, creación de empleos dignos y bien remunerados, espacios culturales, deportivos y artísticos.

Asimismo, han puesto énfasis en situaciones que afectan a todos los ciudadanos y no sólo a unos cuantos, como la justicia, la reducción de la pobreza y el medio ambiente, por mencionar algunos.
En este contexto es donde el arte se ha convertido en un estandarte de las expresiones juveniles. Aunque la falta de espacios es un tema pendiente e igual de alarmante, quiero hacer mención a lo de que el arte, puede llegar a transformar y remediar.

Jacob Cárdenas es un joven originario de Ciudad Juárez, Chihuahua, una de las ciudades más violentas de México en los últimos años. Nació y creció en una de las colonias más emblemáticas y conflictivas de la ciudad: “La Chaveña”. Diversas circunstancias lo llevaron a consumir drogas y en algunas ocasiones a delinquir. Jacob llegó al punto de tocar fondo y estar a un paso de perder a su familia.

El 2009 fue uno de los años más violentos en el país y precisamente en ese año, Jacob recibió uno de los golpes más fuertes de su vida, el asesinato de su hermano Otoniel Cárdenas. Ante este oscuro panorama que se le presentaba, Jacob tomo una decisión que le cambio la vida: optó por el Hip Hop como medio de expresión y transformación.

Verkors, un retrato de la ciudad
Bajo el nombre artístico de “Vekors”, Jacob ha grabado dos discos en los que a través de la música y las letras habla de lo que sucede en la calle.

Mientras muchos medios de comunicación parecen empeñados en decir que no pasa nada, en disfrazar la violencia, o decir que ha disminuido, la propuesta musical de este artista juarense proyecta la cotidianidad de las calles. Ahí donde hay muchos jóvenes sumidos en las drogas y el abandono, ahí donde el siguiente paso es la muerte.“Vekors” denuncia lo que él observa y vive, su principal referencia son sus compañeros del barrio, es la calle. Su primer disco es la historia de una persona que va a ser asesinada y el contexto, los sentimiento y los ruidos. El segundo, presenta lo que sucede en los barrios y en las pandillas, una dinámica social vigente e incomprendida.

A “Vekors” la música lo cambió, le ha permitido desenvolverse y socializar, tener una visión más objetiva de lo que está pasando. La música le ha ayudado a expresarse, cuestionarse y tener un pensamiento más independiente. A los que le escuchan, les ha permitido reflexionar, sentir, pensar y resistir.

Me atrevo a contar la historia de Jacob porque son vidas que deben ser contadas, porque es uno de los muchos ejemplos de fortaleza y resistencia ante la violencia. Sentimiento que no puede, ni debe, arrinconarnos.

Ojalá que en ningún lugar del país se reprimiera a los jóvenes por hacer de la música su bandera; ojalá existieran muchos espacios para promover la cultura, la música y el arte; ojalá que México le brinde la oportunidad a otras expresiones, aunque éstas nos digan que las cosas no están bien.

Podrá no gustarle a todos, pero quizá detrás de ellas, hay una persona gritando: ¡Quiero vivir!

Foto: Jacob L. Cárdenas. 

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