viernes, 10 de mayo de 2013

Los feminicidios de Juárez: Veinte años de dolor, silencio e impunidad en el desierto.



Noé Alí Sánchez Navarro / @noesanz

Hay preguntas que pueden divagar veinte años sin respuesta: “¿Dónde están, dónde están? Nuestras hijas ¿Dónde están?” Hay reclamos tan profundos y constantes a los que muchos parecen ser indiferentes: “Son nuestras hijas, no mercancías”, y hay personas que viven con la esperanza de volverse a encontrar con su ser querido: “Nosotros lo que queremos es volver a verla”.

Esas son algunas de las voces de personas que siguen luchando y caminando incansablemente, que sin tener respuestas concretas y pruebas confiables que permitan saber porque les han arrebatado a sus hijas, han decidido emprender la búsqueda por su cuenta, con la intención de encontrarlas con vida.

Así es la situación de Ciudad Juárez, ubicada al norte de México, frontera con Texas, Estado Unidos, con un desarrollo industrial y crecimiento demográfico importante. Esta ciudad ha padecido un mal que lejos de superarse y resolverse, se pospone y archiva, prolongando un dolor al que pocos prestan atención.

Aunque la historia reciente de la ciudad ha estado marcada por ser considerada una de las más violentas a consecuencia de la guerra contra el narcotráfico y la disputa de los cárteles de la droga por establecerse en la misma, la fama internacional la cobró desde 1993 por los asesinatos en contra de mujeres: feminicidios. 

A partir de la década de los 60’s Juárez registró un enorme aumento en el  índice de personas dedicadas a la vida industrial, con una característica en particular; destacaba la participación de la mano de obra femenina.

Entre 1970 y 1980, Juárez se consolidó como una importante urbe industrial, pero ante el marcado crecimiento económico y el arribo a la Ciudad de paisanos en busca de una mejor condición de vida, se empezaron a gestar lo que serían a futuro los males de la ciudad, actos de corrupción, lucha de intereses de grupos de poder, venta de alcohol y drogas; que terminó por repercutir en la seguridad y tranquilidad de los ciudadanos.

Al inicio de la década de los 90’s la frontera enfrentó su primer reto de seguridad social como metrópoli, los asesinatos de mujeres de manera seriada o feminicidios, provocaron la atención a nivel mundial sobre uno de los lugares que prometía mejores condiciones de vida para sus habitantes; aunado a lo anterior la presencia del narcotráfico, particularmente del cártel de Juárez, emergía sin mínima objeción de las autoridades.

Los primeros casos de feminicidio fueron registrados en 1993, cuando empezó a ser constante la aparición de cuerpos de mujeres que habían sido raptadas, abusadas sexualmente y asesinadas. Desde entonces y a lo largo de veinte años, no ha pasado un solo año sin que se cometa un crimen de este tipo.

Desde 1993 hasta principios de 2004 se reportaron más de 415 casos de asesinatos contra mujeres en Ciudad Juárez. Según datos periodísticos, aproximadamente la mitad de las mujeres atacadas tenía entre 16 y 20 años; a la fecha suman más de mil víctimas de asesinato.

El problema es por demás evidente, a lo largo de veinte años queda claro que existe una sistematización de la violencia contras las mujeres, por las características de las víctimas, por los lugares donde han sido encontradas, y también por el ocultamiento de la información y la impunidad en los casos.

Pero también lo que no se ve es igual o más doloroso, lo que no es conocido por muchos es que hasta la fecha la situación no ha cambiado del todo y no ha sido resuelta por las autoridades, que en la transición de poderes, parece que han buscado deslindarse de cualquier responsabilidad.

Porque los familiares de las víctimas han tenido que luchar y soportar una situación que deja claro el poco compromiso e interés de las autoridades por resolver el problema, y por muy triste que parezca, la insensibilidad y apatía por un sector de la sociedad civil también es considerable.

Contrario a lo que las autoridades y algunos medios de comunicación quieren proyectar, la desaparición y asesinatos de mujeres sigue estando presente, quizá hayan cambiado las formas pero sigue siendo violencia,  que incluso ha traspasado la ciudad y se ha extendido, tan solo en lo que va del 2013 ya se reportan más de 20 casos en el estado de Chihuahua, y en otros estados del país como México, Baja California y Guerrero, se empiezan a detectar casos.  

Además del dolor, lo que reflejan lugares como: El Campo Algodonero, Lote Bravo y Lomas de Poleo (donde se han encontrado cuerpos de mujeres torturadas y asesinadas), son veinte años donde la impunidad ha reinado y se ha burlado de todos; presentando supuestos responsables, culpando a las mismas mujeres de la violencia ejercida en su contra, minimizando el problema a la violencia doméstica, e incluso entregando cuerpos de otras víctimas para quitarse de encima los reclamos de las familias.

También son reflejo de las acciones ineficientes y la indiferencia de las autoridades, ya que ni la alternancia en el poder ha brindado soluciones, y lo más preocupante es la aparente perpetuación de la violencia contra las mujeres en Ciudad Juárez.  

Termino con una pregunta: ¿En  realidad creemos que los feminicidios han desaparecido o disminuido? Más allá de que se sigan presentando y se empeñen en no magnificarlos, lo que también debe indignarnos es la omisión y la impunidad en los casos anteriores, porque esos casos no se han cerrado, porque se trata de seres humanos, jóvenes, a las que “alguien” decidió arrebatarle sus sueños y que algunos otros han decidido que no es tema prioritario; aun y si fuera un solo caso, una sola joven, la búsqueda y exigencia nos pertenece a todos: “¡Vivas se las llevaron, vivas las queremos!”.
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