jueves, 11 de abril de 2013

En México todo sigue igual.


Recientemente se cumplieron los primeros cien días de gobierno de Enrique Peña Nieto (EPN), dicha administración ha iniciado su gestión con cambios de urgencia histórica para el país en el área de educación y de las telecomunicaciones.

Pero sin duda hay un factor que sigue presente en la cotidianidad de los individuos comunes, aquellos que no entienden las decisiones que se están tomando en temas políticos, y no es por falta de conocimiento o interés, es porque el tema realmente urgente para el país se llama seguridad pública, y ese parece seguir siendo el gran ausente en la política de la nueva administración federal.


Si usted cree que los índices de homicidios en nuestro país han disminuido, déjeme decirle y con mucha tristeza que está en un error, no quiero parecer pesimista y negativo pero la realidad reclama seguir al pendiente de la situación, porque estamos hablando de seres humanos que se ven afectados por esto, no solo se trata de las víctimas y victimarios, también la violencia es un tema que impacta a los que están alrededor, todos la padecemos y a todos nos afecta.  

Tan solo en los primeros cien días del gobierno de EPN más de 3,000 personas han sido asesinadas violentamente, treinta personas diarias aproximadamente. Aquí hay un tema al cual debemos prestar mucha atención, es bueno realizar reformas para el desarrollo del país, pactos y estrategias que lo conduzcan a ser más próspero y estable, lo que no podemos permitirnos es construir el futuro de la nación sobre cadáveres.

La situación en algunas ciudades y estados no ha cambiado del todo, incluso se siguen presentando hechos inéditos, por ejemplo, mientras en las altas esferas de la política nacional se discute la reforma educativa, en la ciudad de Monclova en Coahuila, hace algunas semanas se tuvieron que suspender clases en algunas escuelas, ¿la razón? bloqueos de calles y tiroteos como consecuencia de los enfrentamientos entre el crimen organizado y los cuerpos policíacos de la región. 

Es impactante y a la vez indignante que niños y jóvenes además de aprender lo que sus maestros les enseñan en las aulas tengan que estar preparados para una situación de violencia cerca de su centro escolar, estar listos para protegerse e ir pecho tierra. 

Quizás sea por la saturación de hechos violentos que padecemos en el país desde hace años que hemos empezado a acostumbrarnos a ver y vivir la violencia, sobre todo aquella relacionada con el narcotráfico; durante la campaña electoral del 2012 la reducción de la violencia se abordó como  un tema prioritario para el país, y más allá de la cuestionada elección de EPN creo que este es el problema al que todos los mexicanos exigimos solución.

Durante el sexenio pasado se planteó la confrontación directa contra el crimen organizado, dando como resultado más de 70.000 muertos y heridas muy profundas para la sociedad. Aunque existió una gran inversión de recursos, tanto económicos como humanos, quedó claro que el problema necesita soluciones estructurales y preventivas, y no balazos y muertes para legitimar una lucha.

Ciertamente las redes del narcotráfico han crecido de manera considerable en los últimos años en México y de eso no solo es culpable el gobierno de Felipe Calderón; el narco se ha infiltrado en la cotidianidad de los individuos y de las instituciones, decir que no es el principal generador de violencia sería mentir, sus acciones han generado miedo, terror, desconfianza y por extraño que parezca creo que de alguna manera han generado cierta banalización de la violencia en los individuos.

El grave problema que yo veo hasta este inicio de administración es que en el tema seguridad pública la situación sigue igual, soy consciente de que el problema no se puede resolver con una varita mágica, que se necesita intensificar las campañas de prevención, fortalecer las instituciones contra la infiltración del narco y sumar la inteligencia a la estrategia, pero una política pública firme y clara no la hay y eso es preocupante.

La postura de Felipe Calderón fue la confrontación y la negociación, hasta ahora me parece que la de EPN y la de los gobernadores de algunos estados es la omisión ante la promesa de devolver la paz; en México sigue existiendo violencia, asesinatos, extorsiones, secuestros, “levantotes” y  cuerpos tirados en la vía pública. Ante esta realidad es imposible dejar pasar desapercibida los hechos que de manera reciente se han presentado en estados como Coahuila, Chihuahua, Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Tamaulipas.  

Finalmente, considero que el grave riesgo que corre el país ante esta postura de omisión, además de la ausencia de una política pública clara recae en dos aspectos. El primero, el olvido de las víctimas de la violencia, es decir, hacer borrón y cuenta nueva y desaparecer los reclamos de los afectados en años pasados; y segundo, eliminar del discurso político a la violencia, hacer como que no pasa nada y buscar complicidad con los medios de comunicación para sacar la violencia de la agenda pública, disimular la violencia haciendo creer que nos llegó la paz; reitero que no se puede construir ni “mover a México” encima de tantos muertos

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