Aunque el suicidio ha existido desde hace mucho tiempo, su incremento en los últimos años es una muestra de la crisis social y violencia que venimos padeciendo en México.
Noé Alí Sánchez Navarro / @noesanz
No se trata de hechos aislados y/o circunstanciales, representan un reclamo, la frustración de los sueños y la ausencia de la esperanza.
En México, el suicidio no solo se trata de un problema de salud pública, también es la combinación de otros factores, a los cuales se les ha prestado poca atención, pero que se han convertido en determinantes para las personas que han optado por quitarse la vida como salida de emergencia.
Recientemente, sucesos de este fenómeno social, se han hecho más visibles que hace algunos años. Muchas de las personas que se suicidaron se han despedido o anunciado su muerte utilizando las redes sociales, pero el problema tiene historia, no por nada, el suicidio representa una de las primeras causas de muerte entre los jóvenes de entre 15 y 19 años.
Hace algunos días, la Secretaría de Salud dio a conocer que el suicidio ha crecido en un 300 por ciento en las últimas tres décadas, con un promedio de cuatro casos por cada 100 mil habitantes.
Según el informe, el sector de la población más expuesto es el de los jóvenes. El suicidio en el grupo de 14 a 19 años representa el 10.64% en hombres y 18.11%. En las edades comprendidas entre los 20 y 24 años, el 15.40% son hombres y el 17.34% mujeres y finalmente, en el grupo de 25 a 29, los hombres representan el 13.73%, y las mujeres el 12.16%.
En México, la Secretaría de Salud estima que anualmente se registran 14 mil intentos.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la media de personas que diariamente acaba con su vida es de aproximadamente 3 mil personas, por cada una de ellas que lo logra hay 20 más intentándolo.
Expertos afirman que cuando las personas logran suicidarse ya han pasado por algunos intentos previos, pero también es importante destacar, que difícilmente se trata de una decisión repentina. En muchos de los casos se trata de una cadena de eventos que provoca el deseo de morir, en ello, va una fuerte carga del contexto en el que viven y se desenvuelven, la realidad es determinante.
Aunque muchos señalan que los principales motivos o causas que llevan al suicidio son: la depresión, la soledad, algún problema familiar o con la pareja, la presión social, la drogadicción y el alcoholismo, el ambiente social también se ha convertido en un elemento determinante que provoca tomar una decisión de esa magnitud.
Ese contexto social se engloba en la desesperanza, es decir, en la pérdida del sentido de la vida, donde van implícitos factores como el desempleo, la pobreza, la injusticia, la falta de oportunidades y la violencia, situaciones que a la larga han generado un ambiente asfixiante y sumamente desalentador.
Desde principios de este siglo, México enfrenta un fuerte crecimiento en índices de inseguridad y violencia, éstos se han prolongado y agudizado en los últimos seis años. Los homicidios violentos se han convertido prácticamente en cosa de todos los días.
Sumado a los homicidios a causa de la inseguridad, también se han incrementado otras formas de ejercer y padecer la violencia que han crecido a la sombra de la inseguridad y la impunidad. Por ejemplo: La violencia doméstica, los asaltos, la extorsión y las violaciones sexuales.
Es innegable que la violencia ha sacudido al país, generando un clima donde predomina el miedo y se traza una corta expectativa de vida. La violencia trastocó las formas de socializar y convivir, nos ha hecho profundamente individualistas, temerosos del otro y solitarios.
Ciertamente la tristeza, la depresión y la frustración pueden ser elementos claves para hablar del suicidio, pero la época reciente, en donde el incremento de la violencia social ha ido a la par de las personas que se han quitado vida, es un foco rojo al cual se debe prestar mayor atención.
El suicidio no se trata de un hecho totalmente individualista, al menos no si lo vemos desde sus causas. También es reflejo de que como sociedad algo estamos haciendo mal, es una proyección de nosotros mismos que lleva un reclamo en contra de la violencia que todos padecemos.
Aunque la construcción suicida es sumamente compleja, ante la realidad que vivimos es importante considerar que, la violencia, la inseguridad, la injusticia, la pobreza y la impunidad son factores que engendran la desesperanza, y justo ahí y en el terreno de lo incierto, hay una puerta llamada: suicidio.
Lo planteo en otra dimensión, dada la situación que vive el país, si México fuera un individuo estaría al borde del suicidio.
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